Propuesta de Sebastián Soria como candidato al premio Quorum

Decía Stefan Zweig que “en su labor continua e indiferente, la Historia va entrelazando la gigantesca cadena de siglos y ordena los hechos humanos de modo para nosotros ininteligible. Todo exige tiempo; cualquier acontecimiento requiere preparación… Paralelos o sucesivos, los sucesos cotidianos van siguiendo su ritmo tranquilo e intrascendente hasta llegar a, por así decirlo, comprimirse en un instante decisivo y determinante, que señala un nuevo curso a la Historia”

Nosotros, el gran grupo humano que representamos el claustro de maestros y maestras del CEIP Stella Maris de Cartagena, junto con su Asociación de madres y padres, queremos referirnos hoy a nuestra Historia más inmediata, la de una escuela de barrio obrero como es la barriada Virgen de La Caridad, y a la de un hombre, Sebastián Soria García, que ha influido en ella determinantemente con su labor continua, incansable y comprometida a lo largo de más veinticinco años.

Pero ¿Quién es Sebastián Soria y qué actuaciones le hacen merecedor de esta distinción para la que le proponemos como candidato? Veamos:

Sebastián Soria García es maestro de Educación Primaria desde 1981. Comienza su andadura pedagógica en escuelas de la comunidad catalana y llega a Cartagena en 1987 siendo el colegio Stella Maris su destino definitivo en 1989. A su llegada encuentra que se están produciendo acelerados cambios en el contexto socio-cultural y económico de la barriada en la que se inscribe el centro. Porque, más que la crisis de las industrias químicas cartageneras, la Barriada Virgen de la Caridad, conocida popularmente por Las Seiscientas, sufre la incorporación de más de doscientas viviendas sociales que acogen a familias caracterizadas por una problemática intensa de conflictos emocionales, familiares y una falta de expectativas laborales que hacían difícil su adaptación en una comunidad vecinal hasta entonces bien cohesionada. El proceso de integración de estos grupos tan dispares, resulta bastante difícil puesto que la población original ve amenazada su estabilidad y su paz social y siente que su barrio se empieza a degradar por los nuevos problemas con los que se tienen que enfrentar (delincuencia, drogodependencias, paro, falta de costumbres urbanas…) A su vez, la nueva población se tiene que plantear cambios de hábitos de vida (tipo de vivienda, uso de servicios, etc.) y afrontar un sentimiento de rechazo visible. Y todo ello se traslada a la escuela, porque un centro escolar es un fiel reflejo de la sociedad a la que pertenece y actúa de observatorio real de ese microcosmos presente cargado con una gran mochila de pasado y, sin embargo, tiene la difícil misión de tener que llenarse de futuro.

Sebastián Soria, sensible a las carencias del alumnado y sus familias, a las situaciones desfavorecidas en las que viven y las dificultades de una mala convivencia comienza a trabajar con ellos y para ellos, asumiendo la dirección del Centro al año siguiente de llegar al mismo. Al mismo tiempo se interesa por participar con la Junta vecinal y todos sus colectivos, cuya característica común es el entusiasmo por ver progresar la barriada donde han nacido y crecido, a pesar de la adversidad que les genera incorporar tantas y tan diferentes culturas, con tradiciones, creencias y valores diferentes. El principio de los años noventa está marcado por el objetivo de sentar bases para la convivencia, creando proyectos consistentes en los que participan todos los sectores de la población: desde la escuela, el proyecto educativo y desde la barriada el Plan Director. En ambos casos y en la actividad general del centro escolar y el barrio la colaboración ha sido permanente, siendo Sebastián Soria el vínculo común, el dinamizador y favorecedor de esta cultura de convivencia y tolerancia, practicando su convicción de que la diversidad cultural, producida de forma progresiva, es por sí misma enriquecedora. Su empeño y su acción permanente, mantenida en el tiempo, ha propiciado que hoy la escuela se convierta paulatinamente en el centro neurálgico de actividad para la convivencia en todo su entorno.

Pero para ello había que lograr la estabilidad de los diferentes miembros de la comunidad educativa. Por ello, sus claves para desarrollar una labor educativa, social y humanitaria, se convierten en las principales herramientas que pone sobre la mesa de quien trabaje a su lado - compañero o vecino, institución o fundación, asociación o grupo humano- y exige que no se olviden. Estas claves son:
•    Respeto a la diversidad e interculturalidad.
•    Ser tolerantes, atendiendo a la diversidad de criterios.
•    Convivencia democrática y actuar en consecuencia.
•    Respeto a nuestro entorno natural,  social y cultural.
•    Solidaridad con la problemática de los demás y obrando en consecuencia.
•    Ser justos, aun en perjuicio propio.
•    Ser consecuentes con la problemática del Barrio, de la Ciudad y del País e implicarnos en la medida que nos corresponda.
•    Desarrollo del sentimiento ciudadano, con actitud de respeto y compromiso.
•    Valoración de los principios de la interculturalidad siendo conscientes de su vertiente enriquecedora y carácter empático.
Con esas premisas, Sebastián Soria ha trabajado siempre desde una doble vertiente: con la asociación de vecinos de la barriada para favorecer de manera permanente la convivencia y, desde la escuela, favoreciendo proyectos encaminados a construir una comunidad de convivencia y aprendizaje, sin obviar en ningún momento las instituciones y administraciones oficiales y no gubernamentales que han ido avalando su acción bien argumentada y fundamentada para certificar y dotar de recursos los planes de mejora constantes para las personas que lo han necesitado.
Pero la principal preocupación han sido y son los niños, sus familias y escribe con mayúsculas la palabra ‘dignidad’, comenzando por atender sus necesidades más básicas, destacando ‘la alimentación’ y la erradicación del ‘absentismo escolar’. La lucha por conseguir ayudas para dar servicio de comedor y desayuno escolar al máximo de niños, por atender a cada familia con la máxima entrega y compromiso para facilitar la resolución de sus diferentes problemáticas particulares desde los principios de ‘confianza y diálogo igualitario’, a partir de los cuales se puede empezar a hablar de ‘convivencia’. Ello le ha supuesto gestionar incansablemente proyectos de colaboración con entidades como Cruz Roja, Banco de Alimentos y Ayuda en Acción. En el mismo sentido es destacable su intensa labor desde el primer plan de absentismo escolar del municipio de Cartagena, allá por el año 1990 hasta los más recientes, las estrategias favorecedoras de la presencia del niño o niña en la escuela, estableciendo compromisos vinculando la escuela al programa del club deportivo Esperanza o redactando planes y gestionando compromisos con voluntarios de instituciones como Cruz Roja y sus ayudas para el apoyo escolar.

En el colegio Stella Maris, Sebastián Soria ha venido liderando de manera natural un equipo humano de personas comprometidas para favorecer, potenciar y motivar hacia un objetivo: armonizar en la Diversidad, dando continuidad y fomentando la creación de ámbitos de tolerancia como elemento que da coherencia a cualquier actividad escolar. Por eso, los pilares de cualquiera de los proyectos del CEIP Stella Maris han sido el trabajo cooperativo en una escuela inclusiva y las metodologías participativas donde el componente social y los valores de la convivencia son la esencia. En este sentido han sido determinantes los programas fundamentados en la atención a la diversidad, en los valores a través del arte como el programa europeo MUSE, los proyectos de Acción COMENIUS (Gitanos en la escuela y la pedagogía intercultural para el acceso al aprendizaje expuestos en los programas EURROM Y CEFISEM que le llevó a viajar por Rumanía, Francia y Hungría), las actuaciones relacionadas con colectivos y entidades gitanas y marroquíes de la barriada.

Desde el propio ámbito docente, la actividad de Sebastián Soria trasciende lo estrictamente oficial en horarios y actuaciones. Su compromiso con las buenas prácticas educativas y la apertura del centro al entorno ha ido creciendo hasta llevar nuestra experiencia a ser reconocida oficialmente con Premios regionales o del propio ministerio de Educación, como el Premio Marta Mata o el de bibliotecas escolares. Pero también se ha desplazado a cualesquiera otros centros que le hayan pedido su colaboración, especialmente desde la comunidad valenciana y comunidad andaluza, compartiendo la experiencia del ‘proyecto Roma’ y las ‘comunidades de aprendizaje’ fundamentados en la escuela inclusiva, cooperativa y de buena convivencia.

Pero la verdadera vivencia se ha dado en este centro, favoreciendo que todas las familias de la escuela, participaran de la rica experiencia de compartir la fase del sueño, propiciando que padres, niños y maestros de diferentes culturas y religiones soñaran juntos el sueño de una escuela mejor. El mayor logro ha sido el de conseguir la confianza y las expectativas de las que, por lo general, esta población carece, dado su desarraigo, su escasa experiencia escolar y su falta de acceso a la educación, al mundo laboral, etc. A ello ha contribuido también con su empeño en favorecer el Deporte escolar y el que los niños y niñas puedan conocer otros lugares diferentes al de la barriada, propiciando la gratuidad en las salidas didácticas, los días de convivencia, los viajes de estudios, implicando a toda la población escolar y el vecindario para recabar fondos cuando la economía ha sido el único obstáculo.

Todo ello lo ha favorecido Sebastián Soria, quien se ha convertido en garante de la confianza de toda la población de nuestro entorno educativo con el simple gesto de estrechar la mano o dar la palabra.

Pero sin dejar de actuar en la barriada, Sebastián Soria ha mantenido una estrecha relación con los colectivos de la misma a través de su Asociación de vecinos, impulsando y favoreciendo activamente el ‘Plan Director’ para el progreso y la mejora generalizada de la barriada hace más de una década, participando en sendas reuniones, en la redacción del mismo, programando charlas, para erradicar el absentismo escolar, estrechando lazos con  la escuela. Además, su acción en el barrio se ha centrado durante mucho tiempo en colaborar directamente con el Banco de Alimentos a través del grupo de voluntariado de dicho entorno.

Por otro lado ha favorecido actuaciones comprometidas y mantenidas en el tiempo que han permitido incorporar en la sociedad laboral a hombres y mujeres en situación desfavorecida y de exclusión social. Para ello ha colaborado activamente con la organización Rascasa favoreciendo, desde nuestro centro, el proyecto de inserción laboral a mujeres en situación muy desfavorecida socialmente. A partir del trabajo realizado con las ‘comunidades de aprendizaje’, el aumento de la autoestima y la confianza ha tenido como consecuencia que varias mujeres marroquíes hayan accedido a un empleo remunerado como monitoras de comedor escolar, que acudan a la escuela para realizar talleres de informática o cursos de alfabetización o que, simplemente, salgan de sus hogares queriendo colaborar con la escuela para aprender más, porque esta escuela es un centro donde la participación es real y efectiva.

Definitivamente, son innumerables las acciones altruistas y el trabajo incesante que no está escrito ni firmado como propio. Ni siquiera las decenas de conferencias y cursos que ha impartido sobre convivencia, inclusión y cooperación las considera suyas porque es la escuela misma lo que explica y, por tanto, explica la vida, pero una vida plural y compartida. Y es que la escuela es la vida de Sebastián Soria.

Sebastián Soria es esa clase de hombres que viven para los demás olvidándose de sí mismo. Quienes le conocemos desde hace casi tres décadas podemos contar sus desvelos por la escuela que es decirlo todo, porque la escuela es un espacio habitado por más de

cuatrocientos niños con necesidades que atender pertenecientes a familias llenas de carencias, llenas de mochilas de pesada carga inexplicablemente triste e injusta, que siempre han sabido a donde tenían que acudir: a Sebastián Soria, al Director.

Sin embargo hay cuestiones a las que no sabríamos responder: de dónde le viene esa capacidad de dar, de darse, de entregar sin medida, cuántas horas duerme y cuándo fue la última vez que se tomó unas vacaciones, de dónde le viene tanta firmeza y entereza para arriesgar tanto, para saber embarcarnos en proyectos, para hacernos ver que el mundo siempre puede ser mejor si nosotros queremos, que un niño lo merece todo, que es indigno que hay alguien sin comer mientras él pueda solucionarlo, que la escuela de todos y para todos la hacemos las personas que de verdad creemos en ella. Y que la Historia con mayúsculas se escribe con las minúsculas historias de todos y cada uno de nosotros, los seres humanos.

Sí, “Todo exige tiempo; cualquier acontecimiento requiere preparación…”, volviendo a recordar a Zweig. Por eso Sebastián Soria siempre nos ha inculcado la importancia de la formación y ha convertido la escuela en un gran grupo donde las personas que trabajamos en ella nos formamos de manera permanente en cuestiones esenciales: la diversidad, los valores, la convivencia, las emociones. Donde a los alumnos no se les enseñan los valores, sino que los viven, que es la manera de aprenderlos.

Así pues, por esa entrega permanente en pro de la solidaridad, la tolerancia y la buena convivencia para lograr una sociedad más digna y más justa, le proponemos como candidato al Premio Quorun – Federacion de Asociaciones de Vecinos de Cartagena y Comarca, basando nuestra propuesta en su perfil humano y sus acciones altruistas para aquellos sectores de la comunidad más necesitados. Porque, por encima de todo, Sebastián Soria es un Hombre Bueno.

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