Cristo del Socorro

Hace tres semanas, en vísperas de este confinamiento y ajenos a la situación que se avecinaba el hermano mayor don Manuel Martínez Guillen tuvo la deferencia de ofrecerme la locución de la semblanza a don Juan Jorquera del Valle refundador de la cofradía el año de mi nacimiento, orgullo y honra que no merezco, pero fieles a la identidad humilde y austera de la que es nuestra cofradía pensaron, alejándose de excentricidades opulentas por personajes ilustres de nuestra sociedad dejar la responsabilidad en un hermano de a pie, y en este día señalado, víspera de la puesta en escena de la primera procesión de España y de la responsabilidad que ello implica en los penitentes del Cristo del Socorro y Santísima Virgen de la Soledad del Consuelo he querido dirigirme al HM para darle las gracias y decir que; hoy más que nunca y a pesar de no reunirnos a pie de trono a las 3 de la mañana, a pesar de no entregar los escapularios a los nuevos integrantes de tan egregia y honorable Cofradía, a pesar de no vernos desde hace un año más de un penitente, sí echar de menos a ese hermano que se ha ido con nuestro venerado Cristo. Sí hemos de echar a la calle desde nuestros corazones la procesión por lo que lo significa, no tengo dudas de que estas palabras las desarrollaría con una bella poesía nuestro Hermano Mayor perpetuo solidarizándose con el momento actual y dándonos ánimos y esperanza a todos, es seña de identidad de esta Cofradía, y en eso nos refugiamos todos los hermanos penitentes alejándonos de la explosión de luz y color que es la otra cara de nuestra increíble Semana Santa, es nuestra sincera solidaridad y veneración con el sufrimiento de todos desde la austeridad de un Vía Crucis Penitencial al alba, hoy es con España y el mundo, hoy más que nunca el Cristo ha de bendecir las calles solitarias de Cartagena desde nuestro pensamiento solidario y sacrificado, humilde y austero. Hoy más que nunca todos debemos recrear en nuestros corazones esta procesión por su significado, esa salida, esa estación de penitencia ante la Virgen del Rossell, esa primera misa ante nuestra Patrona y ese recorrido de vuelta, ya sin adornos hasta el final de la cuesta de la Calle Concepción y en el entorno de las ruinas de la Catedral Antigua a paso legionario, y despedir al Cristo y a la Virgen hasta el año próximo y, que cada flor sea un alma limpia arrancada de las tinieblas de esta pandemia, y otra vez, la sencillez, la austeridad y el recogimiento que nos caracteriza, al son del tambor con sordina y la luz de las velas, nuestras señas de identidad llenen el espacio vacío con nuestra emoción y sentimiento.

Viva el Cristo del Socorro y Viva la Virgen de la Soledad del Consuelo y Sobre todo, Viva España.


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