En la actualidad se trata de un monasterio abandonado y que se encontraba bajo la advocación de San Ginés de la Jara, seria una utopía por mi parte, como 'icue bordesico', el  hablar de su emplazamiento en las laderas del Cabezo de San Ginés.

Personalmente, tengo unos bonitos recuerdos del lugar que se remontan a la década de los años sesenta del pasado siglo, cuando a sus puertas se colocaba uno de los tres puestos de socorro que entonces instalaba la Asamblea Local de la Cruz Roja de Cartagena, a este puesto nos enviaban a los recién ingresados en el Cuerpo de Tropas. De la balsa un limonero que había, y sobre todo del matrimonio  'Lorente' que allí vivían, y que nos ofrecían lo mejor de su casa y lo mas  importante esa desinteresada ayuda. Estas pequeñas grandes cosas, hacían más llevadero el calor que soportábamos bajo el uniforme de campaña con todo estoicismo y con mucha alegría, pues por aquello de que la vocación de servicio todo lo puede. Como quiera que cambiaron el lugar de su residencia , yo no sé que habrá sido de aquellas personas, pues a pesar de ser mi trabajo cara al público en la Administración siempre, de ellos no he vuelto a saber mas.

Haciendo honor a los recuerdos del lugar y a aquellas personas que allí moraban, es mi obligación, como miembro de la Cruz Roja e historiador, hacer una sencilla reseña del Monasterio, pues aquella bonita época hizo mella en mi y su recuerdo aun perdura en mi memoria.

Existe la constancia de cultos mozárabes en la actual ubicación del monasterio antes del siglo XI en plena dominación musulmana. Parece ser que en el siglo XIII existía una ermita adosada a una torre defensiva ocupada por monjes agustinos. A finales del siglo XV se ubica este lugar en el patronazgo del Marquesado de los Velez, conseguido concretamente por don Juan Chacón en el año 1491, y este hecho, junto al advenimiento de la orden de los franciscanos, proporcionaron el florecimiento del enclave, pero con el mantenimiento de las edificaciones existentes, hasta ese momento, las reparaciones y adecuaciones lógicas que permitieron ser habitado por 8 religiosos de comunidad y la acogida de romeros que acudían a venerar al santo.

En el año 1541, el Papa Pablo III reconoce la santidad de San Ginés de la Jara y establece oficios religiosos en torno a la celebración de la fiesta de este santo el día 25 de agosto. De esta época trata la fachada principal en la que se encuentran los escudos de los mencionados franciscanos y de los Velez.

Si se exceptúa la fachada renacentista, la configuración actual del convento se debe a una reconstrucción total realizada en el siglo XVII. En esta época se construyó la actual iglesia de una sola nave y seis capillas laterales (tres a cada lado) con un retablo de perspectiva fingida sobre el altar mayor que sugería el  efecto de profundidad y distancia. Tiene un  coro (en la actualidad desplomado) sobre los pies de la iglesia  donde se situaba un órgano barroco. Se encontraban dentro de el pinturas de gran valor, un crucifijo regalado por Juan de Austria, una custodia de plata sobredorada con piedras preciosas y en viril más de cincuenta perlas todas iguales y de gran tamaño, además de las imágenes de un gran arte y la biblioteca con valiosos manuscritos

El monasterio contaba con un claustro, muy modificado por una reforma realizada en el siglo XIX, una solida construcción a modo de torre fuerte, que servía de habitáculo y refugio para los religiosos y ermitaños  y probablemente a las rodas a caballo que desde nuestra     'trimilenaria' acudían cuando se daba aviso de la llegada de barcos berberiscos, varias ermitas esparcidas por el monte cercano y algunas edificaciones anexas.

Como un oasis de verdor y frescura en nuestro árido campo se extendía un fértil huerto muy celebrado por el escritor Francisco Cáscales. También fray Melchor de Huelano nos da una descripción pormenorizada de las especies de árboles hasta llegar al número de 5.021, sin contar las hortalizas y parras.

Hay que tener en cuenta que la función principal de huerto en una orden mendicante es de servir de sustento a una comunidad que nunca es escasa; viviendo estrechamente para poder subsistir.

En el siglo XIX, el monasterio fue desamortizado y comenzó la ruina del cenobio. Algunas capillas con sus frescos del siglo XVIII fueron derribadas.

Actualmente, este remanso de paz monástica en otras épocas, a pesar de haber sido declarado Bien de Interés Cultural por decreto del 28 de febrero de 1992, el monasterio se encuentra en lamentable estado de ruina debido a su abandono; el cual ha dado pie a ser el punto de mira del pillaje y de los saqueadores Numerosos muebles del interior, como son el órgano y algunos retablos han desaparecido y la parte de la nave y el claustro se hallan hundidos. Todo el jardín y el huerto que rodeaba el monasterio están completamente secos fruto de un penoso estado de conservación, lo que ha dado lugar a que haya sido  incluido en la Lista Roja de Patrimonio en Peligro (Región de Murcia) por la  Asociación de Hispania Nostra.

Pero el telón de esta obra no ha caído aún por suerte para los cartageneros, y es gracias a los denodados esfuerzos de la Hermandad de 'Romeros de San Ginés de la Jara' y su director espiritual al frente, el reverendo José Manuel Martínez Rosique, que con su celo apostólico ha sabido rodearse de un gran equipo de trabajo, poniendo en marcha el engranaje de la Romería que, partiendo desde el recinto de Carthagineses y Romanos, pasando a saludar a nuestra querida Madre, la Virgencica de la Caridad, tras el  obligado saludo, tuvo la primera parada en la parroquia del mismo nombre. Todas las carretas, los caballos los coros rocieros con sus cantos, su alegría sana que van trasmitiendo con su paso lento por diversas localidades de nuestro Campo de Cartagena, entre ellas La Aparecida, donde se hace un descanso para tomar fuerzas con unos ricos embutidos de esta zona regados con un buen vino del lugar y seguir la marcha como cada año en un agosto caluroso por excelencia, hacia Roche, donde recibieron a los romeros con una monumental paella, pasando a las inmediaciones del monasterio, por las razones de peligro sobradamente conocida.

El regreso fue por Los Camachos, donde los romeros fueron agasajados con un refrigerio, para continuar camino al punto de partida, donde se celebró una misa rociera, terminando con la actuación de diversos coros. Es digno de comprobar el gran poder de concentración de esta romería, pues suelen venir de romeros de Murcia, Alicante y de diversos puntos mas.

Personalmente, entiendo que esta hermandad considera al organizar esta romería, como una marcha hacia Dios, Patria prometida del Cielo, quedando privados de su remate simbólico por desgracia, ya que el lugar de destino, no tiene ni por asomo visos del paraíso en la actualidad.

Pero una cosa que yo admiro de esta Hermandad, es el espíritu de conservación que tienen de las tradiciones del Campo de Cartagena, junto con diputación de La Palma y que, sin ir mas lejos, lo podemos comprobar en las Cruces de Mayo en Cartagena y para mayor abundamiento, en la fecha más grande para todos los cartageneros, 'el día de la Virgencica de la Caridad' en su ofrenda floral que un día instituyera el prestigioso militar y artillero coronel Aureliano Gómez Vizcaíno en su etapa de concejal de Festejos del Ayuntamiento.

Lo expuesto nos sirve para recordar que el ayuntamiento de Cartagena hizo votos por reconocerle patrono de la ciudad el 27 de abril de 1677, siendo este voto aprobado por el arzobispo de Cartagena, excelentísimo y reverendísimo señor  don Francisco de Rojas Borja, el cual declaró festivo este día 25 de agosto.

Las Fiestas de Cartagena hacen este año su año 22. Tras un largo período (no teníamos fiestas desde el 25 de julio de 1972 que ocurrió el conocido accidente donde perdieron la vida 10 personas al zozobrar la carroza que presentaba el ayuntamiento, desapareciendo las Fiestas del Carmen y Santiago que duraban 10 días, como las de ahora) y gracias a la iniciativa de un grupo de cartageneros que se organizaron en tropas y legiones, montaron un campamento, hicieron actos conmemorativos y desfilaron en septiembre de 1.990, Cartagena volvió a tener fiestas.

Unas fiestas que a lo largo de su historia han sido motor de un desarrollo cultural muy importante para recuperar su historia  y darle una gran proyección nacional e internacional. Su actividad no se limita solamente a los diez magníficos días de fiestas, durante el año su actividad se desarrolla en múltiples eventos que organizan y en asociaciones a las que pertenecen.

También es digno de mencionar, y más en esta época de crisis, su aportación económica a la ciudad, porque aparte de sus actividades que realizan durante el año en reuniones y actos que organizan en centros culturales, hosteleros, etc., durante las fiestas el volumen económico que generan puede rondar los dos millones de euros (unos 333 millones de pesetas). Parte de ellos son las cuotas que pagan los festejos, trajes, armamento, gastos generales, Feria, Mercado de Época y todo a lo que afecta durante esos días como es la participación de los propios cartageneros, turistas nacionales y extranjeros, influyendo sobre el transportes, actividades relacionadas con su entorno, grúas, hostelería, confección, eléctricos, montajes, seguridad, alimenticios, ferreteros, Puerto de Culturas, etc.

Cartagena, con muy pocos costo para la ciudadanía en comparación con el dinero que generan, tiene unas maravillosas fiestas que muchas ciudades, creo, quisieran tener.

Quien creía que ese proyecto que empezó en el Muelle con tiendas de campaña del ejercito se convertiría en las:

Mejores Fiestas del Mediterráneo.

¡¡¡ Y después del verano, Carthagineses y Romanos !!!