Jueves, Marzo 28, 2024
   
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Sobre arabismos en el español

El contacto con el pueblo árabe durante casi ochocientos años se ha traducido en el hecho de que en el castellano existan palabras tomadas de esta lengua semítica. Es un caso de infiltración lingüística, ya que en ningún momento se trató de una colonización como fue la romana en Hispania o la española en América. Hubo un intercambio en el que el castellano salió ganando, puesto que la lengua árabe sirvió de vehículo de comunicación de la cultura y el saber orientales.

Las lenguas habladas por los cristianos del norte estaban en sus primeros balbuceos, mientras que el árabe era un idioma flexible, rico y cálido. Aunque muchas de las palabras que legaron los conquistadores árabes son ya arcaísmos, porque los objetos y procesos que designaban han caído en desuso, los arabismos siguen dando al castellano un rasgo característico frente a las demás lenguas románticas. De los arabismos, la mayor parte son topónimos (Guadalquivir) y nombres comunes referentes a los campos semánticos de la agricultura (acequia), la construcción (tabique), la gastronomía (azúcar), administración (aduana) o el arte de la guerra (zaga); muy pocos verbos, varios adjetivos, la preposición hasta, la expresión de balde... Veamos algunos.

Una azafata es la mujer que en los aviones tiene a su cargo atender a los viajeros. Es derivado del árabe as- safat, ‘bandeja, canastillo de hojas de palma’, un cestillo donde las mujeres ponían sus perfumes y otros objetos. De ahí que las sirvientas que ayudaban en el aderezo de la reina se les llamara azafatas (’las que sujetaban el azafate’). En el castellano común, azafate ha sido reemplazado por el portuguesismo bandeja.

El dolor persistente de cabeza, que por lo común ataca sólo una parte es la migraña o jaqueca. Las dos palabras tienen el mismo significado, pues migraña, procede del griego ‘hemi cranea’ (‘la mitad del cráneo’), y jaqueca deriva del árabe ‘aqiqa’ que también significa ‘mitad’.

En cuanto a la palabra balde, que sólo aparece en la expresión de balde (‘gratis’) y en balde (‘en vano’), es un

arabismo procedente de la raíz batil que significa ‘vano, inútil’. El mismo origen tiene el adjetivo castellano baldío que, aplicado a un terreno, significa ‘improductivo, estéril’. De la misma raíz se formó el verbo árabe batal, ‘hacer inútil, invalidar, lisiar’, del que procede el castellano baldar ‘anular, privar del uso de algún miembro’. Dejar a alguien baldado equivale, pues, a dejarlo inútil, sin poder andar o moverse.

Sobre la palabra tabaco, Corominas dice lo siguiente: “La planta y la costumbre de fumar sus hojas (ya observada por Colón en 1492) son oriundas de América, pero el origen de la palabra es incierto. Consta que’ tabacco, atabaca’ (procedentes del árabe ‘tabaq’) se emplearon en España y en Italia, desde 1410, mucho antes del descubrimiento del Nuevo Mundo, como nombre de la olivarda, del eupatorio y de otras hierbas medicinales, entre ellas algunas que mareaban o adormecían. Es verosímil que los españoles transmitieran a la planta americana (a la que los indios taínos llamaban ‘cohiba’) este nombre europeo (tabaco), porque con aquella se emborrachaban los indígenas antillanos. Aunque ya cronistas de Indias del siglo XVI afirman que es palabra aborigen de Haití, no es éste el único caso en que incurren en tales confusiones.

(*) Traductor-intérprete oficial de árabe y francés del ministerio de Justicia

 

 

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