"Conocí el nuevo auditorio El Batel de Cartagena con motivo del concierto de Raphael. Estuvo fabuloso. Más de tres horas sin descanso en un lugar mágico para el sonido. Sin embargo, no todo estuvo bien. Opinión general de muchos que, al igual que una servidora conocían la gran instalación, es que las escaleras son altísimas, con mucha pendiente y sin pasamanos.

Incluso, tengo que decir que algunas personas no se atrevían a bajar los escalones. Otro 'pero' se situó en el único ascensor que hay, muy recurrido por las personas mayores o que tenían problema de movilidad. Para subir a la primera planta o al anfiteatro sólo podían entrar en la cabina cuatro personas, pese a que en el letrerito figuraba que tenía cabida hasta ocho personas. El auditorio, bonito pero no perfecto".