Miércoles, Julio 03, 2024
   
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Historias de Alumbres (X): El cementerio de San Roque de Alumbres

En los primeros tiempos de la existencia de la parroquia, cuya fecha exacta se desconoce, aunque se sabe que a finales del siglo XVII ya tenía iglesia propia, los enterramientos se realizaban en el interior del edificio religioso. Más tarde, se construyó un cementerio parroquial en la parte trasera de la iglesia que estaba a cargo del cura de la parroquia.

Ya en los años finales del siglo XIX, concretamente entre 1860 y 1891 se construyen varios cementerios del término municipal de Cartagena, San Ginés, Algar, Canteras, Escombreras, Alumbres, etc. Dada la situación que atravesaban los cementerios de la época, por medio de un oficio fechado a 24 de agosto de 1879, el Ayuntamiento de Cartagena requiere información de la situación de los cementerios diocesanos a los curas párrocos de las diputaciones de Alumbres, Pozo Estrecho y La Palma.

El cura de Alumbres, Mariano Rodríguez Pérez, el día 27 responde que “…el cementerio que hay en Alumbres está a cargo de esta Parroquia de cuya propiedad es. Los que hay en el Algar y Rincón de San Ginés como según ellos dicen es propiedad de los respectivos vecinos, ellos los administran con intervención de los coadjutores”. Además, en otro escrito con la misma fecha, aclara que en él no hay enterrador pero los mismos parientes se hacen las sepulturas, y que la llave la tiene el sacristán José Pérez Huertas.

Posteriormente, en 1880, ante el mal estado en que se encuentran los cementerios de los pueblos de su término municipal, el Ayuntamiento de Cartagena, acuerda que la Comisión de Sanidad tome las medidas que estime convenientes para solucionar los problemas suscitados. De ahí que el informe que emite el cura de Alumbres, José María Pérez López, en abril de 1883, sea crucial para el futuro del Cementerio Parroquial de Alumbres, que estaba ubicado en la parte de atrás de la iglesia y carecía de condiciones, entre otras razones por hallarse junto a la población y procedía la construcción de uno nuevo para evitar la propagación de epidemias, según conclusión a la que se llega en el Ayuntamiento de Cartagena.

Bajo el título de Estado comprensivo de las condiciones higiénicas que tienen todos los cementerios enclavados en este término municipal, formado a tenor de lo dispuesto en la Real Orden Circular del Ministerio de la Gobernación fecha 20 de febrero de 1882, el cura envía su informe al Ayuntamiento el 7 de abril de 1883.

En la descripción del lugar dice que el terreno es calcáreo, que está próximo a la iglesia y la distancia que le separa de los edificios es de 73 m. y que tiene una extensión superficial de 55 m. de longitud y 46 de latitud, en el cual hay ubicados 87 nichos y 34 panteones. En cuanto a las sepulturas, al no haber enterrador se hacen éstas por los interesados a una profundidad ordinaria de metro y medio. Dice además que tiene una capilla.

Manifiesta que el cementerio de Alumbres pertenece a la Parroquia y que por lo tanto la jurisdicción es eclesiástica, y la religión a la que está destinado es a la católica. Que en el último quinquenio el número de defunciones ha sido de 785. Así pues de todo ello se deduce que el cementerio está muy cerca de la población, que hay mucha acumulación de enterramientos y falta espacio para seguir dando sepultura, algo muy generalizado en los cementerios de los pueblos.

Hace mención también del cementerio conocido como Cementerio del Cólera, del que dice que está ubicado a 730 m. de éste y cuyas dimensiones son de 35 x 20 y carece de nichos, panteones, y capilla (este cementerio estaba ubicado en el paraje llamado de Los Rincones al Norte de los depósitos de Campsa).

Como consecuencia de las malas condiciones que reunía el cementerio parroquial, se decidió construir el Cementerio de San Roque, que estaría situado mucho más alejado del pueblo, y comenzaría a albergar defunciones en 1891. Su ubicación sigue siendo la misma que la de hace 121 años, entre las faldas del lado Sur de los montes de Requena y Calvario, dando la espalda al Valle de Escombreras, aunque la inclinación del terreno es tal que buena parte de su interior se divisa desde donde la vista alcanza valle abajo, sin embargo está fuera de la vista del vecindario alumbreño, cuya población se encuentra en el lado opuesto de los montes mencionados, es decir, en el Norte de éstos.

La primera junta directiva del Cementerio de Alumbres que se conoce se encuentra en el “Libro de actas de la Junta Administrativa del Cementerio de San Roque de Alumbres. Este libro consta de 25 hojas de papel sellado de la clase 4ª serie A empezando por el número 0,219.601 hasta el 0,219.625”.  Y se constituyó el 3 de noviembre de 1926 en el salón de actos del Exmo. Ayuntamiento de Cartagena, bajo la presidencia del Teniente Alcalde D. Dionisio Oliver Rolandi y convocados por éste los concejales D. Luis Malo de Molina (que no pudo asistir), y D. Adolfo Quetcuti Delgado, además de los vecinos de Alumbres que habrían de conformar la Junta.

La Junta quedó formada así:

- Presidente: Adolfo Quetcuti Delgado

- Tesorero: Andrés Martínez Cao

- Contador: Fernando Raja Hernández

- Secretario: José Martínez Madrid

- Vocales: Juan José Fernández Cano (párroco de Alumbres), Francisco Pérez Vidal y Lorenzo Pérez Galián

Las tareas propias de los cementerios es del agrado de muy pocas personas, y sin embargo, muchos alumbreños se han dedicado a ellas, Fulgencio Hernández Valero (el Cayo), José (el Pelao), Fulgencio Hernández (el Cali), José Valero (Pepe el Pedrolo), etc., son algunos de los que realizaron esas funciones.

Desde hace varios años los trabajos de enterramiento, así como la construcción de nichos y panteones está a cargo de una empresa de La Unión, y la Junta Administrativa del Cementerio de Alumbres está formada por:

- Presidente: Pedro Aranda Aranda

- Vicepresidente: Antonio Zapata Gómez

- Vocal: José Hernández Benítez

 

Historias de Alumbres (IX): La sociedad de fomento y cultura Minerva

A mediados del siglo XIX, hacia 1850, fue cuando se fundaron la mayoría de casinos en España. Pero es en la década de 1870, cuando los casinos alcanzan su consolidación como centros de recreo, cultura y asociación de aristócratas, burgueses, y clase media de la ciudad.

Estas sociedades, eran lugares que fomentaban la unión de sus socios en torno a un sentimiento localista, con pretensiones de protagonismo cerca de lo oficial y lo político.

Ser socio de un casino entonces, suponía un signo de distinción, por lo que muchas gentes de condición modesta y jóvenes ambiciosos y calaveras, aspiraban a conseguir ese respaldo social, con el que poder relacionarse con las clases adineradas del momento.

Los Casinos en Alumbres

Antes de finales del siglo XIX, concretamente en 1899, Antonio Albaladejo, vecino de Alumbres y propietario de minas y varias fincas, construyó un casino de dos plantas en la plaza de la Iglesia, en el lugar que hasta hace poco se encontraba el Bar El Patio. Denominado “la Concordia”, fue lugar de recreo y diversión donde se representaban obras de teatro, y se realizaban bailes de sociedad. Su presidente fue Antonio Albaladejo, y se le conoció en el pueblo como casino de Albaladejo.

Algunos años después, en 1906, abrió sus puertas un segundo casino también de dos plantas, situado en la calle Mayor, que se denominó “Círculo de Recreo el Porvenir”, y que construyó Juan García Mercader, (el Parrandero), su presidente fue Gonzalo Muñoz.

La Sociedad Minerva aparece en el registro del Gobierno Civil con el nº de orden 2612, según las normas que regían en la época, el 7 de abril de 1924, un poco tarde quizás respecto a los demás, pero sus principios programáticos eran los mismos que los de la ciudad, es decir instrucción y recreo. Estableció su domicilio en el nº 52 de la calle Mayor de Alumbres y posteriormente se mudó al nº 43 de la misma calle. Se gobernaba o administraba por medio de una directiva y los recursos para su mantenimiento los obtenía por medio de cuotas periódicas que abonaban los socios. Se establecía que en caso de disolución de la sociedad sus fondos fuesen destinados al Hospital de Caridad de Cartagena.

Minerva, hace alusión al sentido cultural de la Sociedad, ya que Minerva, antigua diosa romana es protectora de Roma como tal, pero sobre todo patrona de los artesanos y del trabajo manual. Posteriormente fue asimilada a la diosa Atenea, de la mitología griega, y entonces se convirtió en símbolo del conocimiento y la sabiduría para Roma. Se le representaba armada y cubierta con casco y coraza igual que a Atenea.

Poco después de su fundación formó una banda de música con la que se amenizaban los bailes que frecuentemente se celebraban en sus salones, y en el verano de ese mismo año organizó el equipo de fútbol que más ha durado en el pueblo y que viene siendo el sello de identidad futbolística de Alumbres desde hace 88 años, el Minerva F.C.

Finalmente, el 8 de febrero de 1925 inauguraba un campo de fútbol en el Zaraíche que serviría para entrenar y disputar encuentros de fútbol de su equipo, y que ha tenido el privilegio de sobrevivir desde entonces a situaciones complicadas que ya puse de manifiesto en escritos anteriores, desde los nefastos efectos de la guerra y postguerra, pasando por el cambio de orientación del terreno de juego al ser partido por la línea de ferrocarril de materias peligrosas, hasta la desaparición de La Salle Minerva y el abandono de las instalaciones deportivas por sus dirigentes que ya no estaban vinculados al Casino.

A finales de los ´60 volvió a cambiar de domicilio y se ubicó en la calle Malecón, entre las de Progreso y Milagrosa y allí permanece, aunque sus  principios cambiaron después de la guerra. Primero estuvo varios años inactiva por decisión política, y luego, los mandamases que la paralizaron se dieron el lujo de refundarla el 18 de mayo de 1944 bajo su férreo control, y con unos estatutos adecuados al ideario autoritario de la dictadura. Como ejemplos sirva que, para ser socio, el solicitante, tenía que “ser propuesto por al menos dos socios”. Por supuesto, la directiva no era elegida, sino designada, “…de entre el total de los socios los 25 más caracterizados, para que en unión suya nombre los cargos de la Directiva…”. Además un artículo Adicional señalaba la tutela del sistema fascista “Esta Sociedad se obliga a someterse en un todo a las Federaciones Deportivas de Falange Española y de las J.O.N.S.”.

Algo más positivo que también se señalaba es la “Creación de una sección dedicada a la práctica del Fútbol denominado Minerva integrado por socios capacitados y en condiciones físicas para practicar este deporte. A tal efecto esta sociedad tiene alquilado un campo en condiciones de juego. Una comisión compuesta por el Presidente, Secretario, Tesorero y un vocal será la encargada de la administración y gobierno de esta agrupación deportiva y fomentará la práctica de este deporte”.

Así pues, la Sociedad de Fomento y Cultura Minerva destacó a sus mejores aficionados al fútbol en los años ´60 para fomentar el fútbol base en el pueblo un tanto abandonado por esas fechas. José Conesa Hernández (el Sespero), Ginés Valero Martínez (el Chinche), Francisco Valera Hernández (el Rubio) y José Ojados Roca (el Voltios) todos ellos socios del Casino, se entregaron a su cometido con verdadero entusiasmo, formando equipos e inscribiéndolos en competiciones de la comarca y enseñando lo que sabían en los entrenamientos que hasta entonces brillaban por su ausencia.

Pocos años después, en cumplimiento del artº. 20 de los Estatutos de la Sociedad, también fue el promotor de la fundación del Club La Salle Minerva, que estuvo en la cúspide del fútbol base regional y nacional durante 27 años, al destacar a Pedro Rubio Francés, Francisco Martínez Albaladejo y José Ojados Roca, Presidente, Tesorero y Secretario respectivamente en nombre del Minerva, para negociar con José Valverde García y Antonio Llor Bueno profesores del Instituto de La Salle en nombre de La Salle Enpetrol.

Desde que se le conoce, la Sociedad o Casino, ha sido el principal lugar de encuentro de los varones mayores de edad del pueblo. La mayoría de los jóvenes, siempre aspiraron a ser socios del Casino en cuanto fuesen mayores y tuvieran ingresos propios, entre otras cosas, porque era el lugar donde se podía encontrar a los amigos, leer la prensa diaria, o pasar un rato distraído con juegos tan variados como las cartas, el parchís, dominó, damas, o ajedrez. Para los jóvenes, tenía el aliciente añadido de que el equipo de fútbol del pueblo, el Minerva, estaba sustentado por la Sociedad y era natural que los jóvenes aficionados al fútbol, no sólo desearan ser socios sino que se sintieran orgullosos de serlo.

En los ´70, se empezó a celebrar la fiesta de Nochevieja en sus salones, y desde entonces aquí ha evolucionado positivamente diversificando su actividad, y realizando bailes de Vermut en las Fiestas de San Roque,  bailes y bingos para recaudación de fondos de actividades diferentes, presentación de libros, etc.

Los tiempos cambian y el Casino también ha ido adaptándose a los tiempos como mejor ha podido.

Sociedad de Fomento y Cultura Minerva de Alumbres

Recientemente, por iniciativa de un buen número de socios aficionados al fútbol se ha fundado un equipo que está disputando el Campeonato de Segunda Autonómica, y que curiosamente, es la primera vez en la historia del fútbol alumbreño en que se compite en categoría regional de adultos, además, éstos van a tener el privilegio de jugar en un Secante con césped artificial. Tendrán todo mi apoyo y les deseo mucha suerte.

 

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