Miércoles, Julio 03, 2024
   
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"El día de la Patrona debía ser 100% festivo"

Ayer estuve de compras por el centro de la ciudad, más concretamente en la calle San Fernando, y me llamó la atención unos carteles que han dispuesto la mayoría de comercios de la calle en los que puede leerse: 'Viernes 22. Cerrado. En honor a nuestra Patrona'. Y dando por hecho que el Viernes de Dolores siempre ha sido festivo, no entendí muy bien qué sentido tenía redundar en este hecho de la festividad con carteles como aquellos; así que no me quedé con las ganas y pregunté el porqué de dichos carteles en los escaparates.

Mi pregunta la contestó un empresario de la calle, que dice no salir de su asombro (estado que comparto), al ver cómo las autoridades permiten y las empresas perpetran, la apertura de comercios en el Día Grande de nuestra ciudad trimilenaria,
Te transcribo, más o menos lo que fue la conversación mantenida con él  y con sus empleadas:

Dijeron algo así:


"Este Viernes de Dolores,  van a abrir comercios y grandes superficies, privando a parte de esta ciudad de la posibilidad, no solo de honrar como merece a la Madre de los Cartageneros, si no de poder participar con plenitud en el inicio de la que es la niña bonita de esta ciudad: su Semana de Pasión.
No es que el hecho en sí, sea algo desastroso: Puestos a practicar la libertad de horarios, que cada uno abra cuando quiera. El problema radica, en que vivimos en una época de relativización de todo cuanto nos rodea y sinceramente creo que no es bueno potenciar esa relativización en temas tan importantes como la historia, la tradición y la cultura propias de una ciudad que se precia, precisamente, de tener una historia cuyo origen arranca en la noche de los tiempos.


Lo importante no es que las tiendas y los Centros Comerciales, estén abiertos o cerrados, lo que importa es el mensaje de que todo vale y de que todos los días son iguales que se está transmitiendo a nuestros hijos. Lo importante es la desilusión dibujada en la cara de nuestros mayores, que ven cómo se da un paso más hacia la pérdida de la esencia de lo que nos hace únicos.


Lo duro no es, no poder vestir tu traje tradicional cartagenero y llevar flores a la Madre de la Caridad porque te toca trabajar (días hay, para honrarla), lo duro es contárselo a un murciano que en el día de la Virgen de la Fuensanta es capaz hasta de parar los relojes y con ellos el tiempo, o a un Valenciano, que hace dos días paró de funcionar más de 48 horas para vestir de flor a la Madre de los Desamparados o a un Almonteño que por la Blanca Paloma camina durante largas jornadas y olvida hasta el dolor físico que siente, para saltar la reja, lo duro es contarles a propios y extraños que nosotros no lo hacemos, que no festejamos a nuestra Patrona y que trabajamos en su día, intentando aprovechar esa jornada para rascar unos pocos euros y luego intentar convencerle de que lo mejor que tenemos son nuestra historia y nuestras tradiciones y que por ellas merece la pena que vengan a Cartagena y descubrirlas.


Las autoridades, con la alcaldesa a su cabeza, los líderes de la oposición, los hermanos mayores de las cuatro cofradías y cualquier cartagenero de corazón, debería haber reparado en el error de no respetar al 100% la festividad del Viernes de Dolores, el asueto de las familias y la posibilidad plena de honrar a su Patrona, preservando la tradición y la historia de esta ciudad, que es lo más grande que tenemos."

Estos pensamientos son los que han llevado a este empresario de 74 años, murciano de nacimiento y cartagenero de adopción, a no salir de su su asombro y a escribir una pequeña carta, que se puede leer en el artículo siguiente.

 

Historias de Alumbres (XV): Los accidentes más trágicos en Garrabino

La fábrica de Explosivos de Garrabino tiene sus inicios en marzo de 1890 cuando el Ayuntamiento de Cartagena autoriza a Miguel Zapata y Ricardo W. Barrington a instalar su fábrica de Ruborita en el Coto Garrabino de la Diputación de Alumbres, y a finales de 1893 estos mismos empresarios informaban de haber traspasado la propiedad a Eugenio Juan Barbier, que al parecer había descubierto una forma más barata para fabricar la Ruborita.

Sin embargo, es el 23 de diciembre de 1895, cuando se inaugura la Sociedad Franco- Española de Explosivos y Productos Químicos con Camilo Calamari como director de la factoría y Eugenio Juan Barbier ya de presidente de ésta en París.

Durante poco más de un siglo, esta fábrica fue el lugar de donde muchas familias de Alumbres obtuvieron sus ingresos para vivir, pues la mayor parte de hombres y mujeres que trabajaron en ella eran vecinos del pueblo, pero además de alimentar a los suyos, en varias ocasiones tuvieron que verter lágrimas de dolor y angustia por los trágicos accidentes, a veces de muerte, de uno o más miembros de la familia. La fábrica de Explosivos de Garrabino dejó de fabricar Nagolita en 1997 y cerró sus puertas.

Alarma y protesta el día 7 y 8 de agosto de 1901. La noticia no aclara del todo lo que pasó pero por lo visto hubo algún escape de ácido que generó una nube de gases y alarmó a trabajadores y ciudadanos, de tal manera que la noticia de que se había incendiado la fábrica corrió como la pólvora hasta la misma ciudad portuaria, y al día siguiente una marcha pacífica de unos 400 alumbreños se presentaron en el Ayuntamiento de Cartagena exigiendo el cierre de la factoría, a lo que el alcalde Sr. Ángel Bruna respondió que no estaba en su mano cumplir con aquella petición y que en todo caso se tenía que hacer por escrito, por lo que los vecinos se comprometieron a realizar la petición tal y como se les indicó y volvieron pacíficamente a su lugar de origen.

El día 30 de marzo de 1926, a poco más de la una de la tarde, se producía una tremenda explosión en la fábrica de Unión Española de Explosivos de Alumbres (Garrabino) que se pudo escuchar en toda la sierra minera.

Al lugar de la explosión se personaron numerosos alumbreños, hombres, mujeres y niños ofreciendo su colaboración en lo que pudiera hacer falta (aunque no pudieron pasar al recinto de la fábrica por estar prohibido) entre los que se encontraba el médico del pueblo, que de inmediato se dedicó a auxiliar en lo posible a las víctimas del trágico accidente.

También hay que destacar la benéfica labor de la Cruz Roja de La Unión, El Llano del Beal y Cartagena que pronto se pusieron en camino hacia Garrabino y antes de media hora ya estaban allí rescatando de los escombros a las víctimas, asistiendo a los heridos, y trasladándolos al hospital de la Caridad de La Unión.

El efecto de la explosión era impresionante, donde estaba el taller de lavado de nitroglicerina sólo había un tremendo socavón humeante y entre los escombros algunas víctimas. La onda expansiva también acabó con todos los cristales de la fábrica y con las cubiertas de los demás edificios.

En este accidente murieron 9 trabajadores y resultaron heridos 6 hombres y 5 mujeres.

Las víctimas mortales del fatal accidente fueron: Emilio Grossi; José Aranda Hernández; José Palazón Nicolás; José Legal; Juan Hernández (hijo); Pedro Fuentes; José Conesa Pedreño; Pedro García Conesa y Juan Martínez. Consecuencia de este desgraciado accidente fue la fundación de la Cruz Roja de Alumbres el día 7 de
noviembre de ese mismo año.

El 6 de julio de 1943 una tremenda explosión procedente de la fábrica de Garrabino volvió a estremecer a la población alumbreña, cuyo resultado fue la muerte de Elías Torres Martínez y herido leve Pedro Caparrós Galindo. Según la escueta noticia que la prensa le dedicó, al lugar acudieron las autoridades y el Juzgado de Instrucción de La Unión.

 

En 1947 sucedieron dos accidentes graves.
El 4 de marzo explotó una estufa en el laboratorio y Antonio Caparrós Morenilla de 14 años que estaba trabajando allí sufrió herida contusa con fractura del maxilar superior teniendo que ingresar en el Hospital de la Cruz Roja. El rostro le quedó marcado para siempre.                                                             

El 15 de octubre a primeras horas de la tarde, al poner un clavo en un tamiz de nitroglicerina se produjo una explosión alcanzando a José Cabezos García de 53 años, viudo, que sufrió múltiples heridas en su cuerpo, y a Avelino Benzal Conesa de 31 años, casado, que padeció la amputación traumática de la mano izquierda y varias heridas más.

A las 4 de la tarde del sábado día 15 de noviembre de 1952, cuando estaba terminando la jornada, varias mujeres trabajaban en el pabellón nº 6 dedicado a la fabricación de cartuchería para la industria minera, y de pronto se produjo una tremenda explosión que según se dijo se escuchó en la misma Cartagena.

En aquel horrible accidente cinco mujeres perdieron la vida: Josefa Ros Ros, Josefa Boscada García, las hermanas Josefa y María Sánchez Avilés, y Ana Rodríguez Rojo.

Según la prensa los heridos fueron más de 30 personas, y los que se mencionan son: Josefa Avilés Martínez (madre de las fallecidas Josefa y María Sánchez Avilés); Eulalia Pérez Corbí; Ginesa Rabal Valverde; Juana Ros Gómez; Pascuala Valero Hernández; Aurelia Soto García; Juana Barcelona López; Fulgencia Egea Valero; Ana López Valero; Josefa Meca Martínez; Rafael Saldaña Bea y Marcos Barcelona Ojados.

Al siniestro acudieron los equipos de emergencia de la Refinería de Petróleos,  los de la Unión Española de Explosivos, y la Cruz Roja, además de algunas autoridades de Cartagena, y como siempre que ocurría alguna desgracia, también se acercaron allí todos los vecinos del pueblo que se encontraban en casa, a ver en qué podían prestar auxilio, y a consolar en lo posible a los familiares de las víctimas.

Otro triste día, el 23 de abril de 1962, algo después de las dos y media de la tarde, se escuchó una terrible explosión, la gente del pueblo alarmada salió a la calle, y al ver la columna de humo y polvo procedente de Garrabino, todos los alumbreños, una vez más, salieron corriendo hacia las puertas de la fábrica a interesarse por lo sucedido, pues acababa de explotar la unidad de nitroglicerina, en cuyo accidente murieron Carmelo Aranda Vidal  de 70 años, viudo, y Elías García Martínez de 29 años, que dejaba una niña de 4 años y a su esposa Juana Hernández Jiménez, embarazada de 4 meses de su segunda hija.                                                                         

En ese puesto de trabajo, que desapareció por completo, solían haber 4 empleados, pero en el momento de la explosión se encontraban las dos víctimas mencionadas, cuyos cuerpos quedaron totalmente destrozados, y al lugar del suceso acudieron la Guardia Civil de La Unión, el jefe de la Policía Municipal, los Bomberos de Cartagena y La Cruz Roja.

 

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