La persona que perdió la visión en un ojo durante una pelea en un bar de Cartagena afirma que perdió su trabajo “y he pasado de ganar 1.700 euros a recibir una paga de 900 al mes”, señalando al acusado como causante, mientras que éste afirma que estaba “muy agresivo y borracho, sufriendo una caída al salir a la calle”, en la que se golpeó la cabeza de forma lateral. La fiscal pide 9 años de prisión y casi treinta mil euros de indemnización, mientras que la defensa pide que sea absuelto.

Sala: Sección quinta de la Audiencia Provincial, en Cartagena
Tribunal: Matías Soria, Juan Ángel Pérez y Enrique Domínguez
Delito: Lesiones del art. 149.1 del Código Penal
Petición de pena: La Fiscalía solicita 9 años de cárcel, orden de alejamiento de 10 años y el pago de casi cuarenta mil euros. La defensa pide la absolución.

El escenario fue el bar ‘La reserva’, ubicado en al calle Cartagena de Indias, el uno de abrild e 2010 a las 20.30 horas. El resultado final fue que un cliente perdió la visión pro un ojo. Ahora, en los juzgados, lo que se trata de ver es si el golpe (o golpes) que causaron esa desgracia tuvieron un origen accidental o fue fruto de una paliza intencionada.

Para empezar ya complica esa averiguación contradicciones en detalles que no afectan al fondo del asunto entre protagonistas y acusados, como, por ejemplo, si el local tenía clientes en ese momento o estaba casi vacío. Si parcelas sin mayor importancia no quedan claras, basta imaginar lo complicado que resulta, en ocasiones, resolver asuntos sí transcendentales para el tribunal.

La víctima afirma que no conocía a su agresor y que llevab a seis meses sin ir por dicho local, pues se le habían implantado siete stents por un problema cardiaco. “Era la primera vez que veía a una de las camareras y le dije lo guapa que estaba. Al poco, el acusado me golpeó sin preguntarme nada, me sacó a la calle y me siguio pegando en la cara mientras que me sujetaba con la rodilla en el pecho. Una persona dijo que dejase de pegarme y entonces lo amenazó. Después llegó la policía, con los que parecía existir confianza, pues se dirigieron a él diciendo: ‘¿Qué ha pasado Alejandro?’. Hasta que no llegó la ambulancia no me quitaron al agresor de encima”. Fue la explicación de la víctima, quien afirma que no se golpeó la cabeza, que no había bordillos, que no insultó a nadie y que no estaba borracho o agresivo. “Me dejó KO y me ha arruinado la vida, pues, tras 34 años de trabajo en una empresa de electricidad del automóvil del Polígono Cabezo Beaza, ganaba 1.700 euros y ahora, al perder el ojo, se me ha quedado una paga de 900 euros”.

El agresor expuso otra versión y señala  que la víctima, tras salir del local al exterior, sufrió una caída “y se golpeó la cabeza de forma lateral. Vi como el hinchazón iba creciendo”. Aseveró que estaba en avanzado estado de embriaguez, “pues pese al golpe, seguía intentando levantarse y continuar con una actitud bastante agresiva y con insultos que mostró esa noche”.

La acusación particular, representada por Jesús Casas Aguilar, le preguntó por qué no huyó del lugar y respondió el acusado que no lo hizo porque “la otra persona no estaba en condiciones de hacer mucho año”. Después respondió de forma afirmativa cuando le preguntaron si había practica boxeo y artes marciales, además de ejercer como portero de discoteca.

La defensa, con Javier Aguilar Conesa, destacó que le parte de Urgencias del hospital “sólo recoge el golpe en la cara, cuando el acusado afirma que le dieron una paliza”, para añadir que también existe un parte de lesiones del acusado que recoge el golpe que recibió en el hombro, por el que también puso denuncia, en una causa que tiene otro camino paralelo. 

Dos personas que estuvieron en el lugar esa noche fueron los primeros testigos. Comenzó la camarera. “Estaba súper-borracho y me pedía un chupito de mala manera, además de dar el follón a la novia del acusado. Sabía que iba a pasar cualquier cosa”, dijo sobre la actitud de la víctima esa noche. “Después se fueron hacia la calle (negó que hubiesen golpes dentro del bar) y se escuchó jaleo. Al salir lo vi caer (no sé cómo fue la caída) y quedaron en el suelo (con la víctima bocaabajo, siendo el acusado quien me dijo que llamase a la policía”, afirmó. En varias preguntas no respondió o no concretó alegando que no recordaba y sobre su relación con el acusado dicho que lo conocía como cliente, y rechazó los comentarios del abogado de la víctima respecto a que eran del mismo grupo de amigos en salidas y que lo tenía adherido en Facebook.

Un cliente que esa noche estaba en el local expuso que el acusado estaba “en el bar y llegó la víctima, quien últimamente está muy follonero, es muy palizasy pesado, pero no agresivo. Decía que no bebía debido a las pastillas que tomaba, pero yo lo veía muy acelerado”. Esta persona estaba en la zona de juego, “cuando se escuchó un ruído que parecía la caída de taburetes. Escuché ‘ya se ha liado’ y al asomarme vi la espalda del acusado saliendo al exterior. Luego, más tarde, en la calle, estaba esta persona con el pie sobre el cuello de la víctima, quien decía que le habían pegado. Ya llevaba entonces el ojo dañado”. También dijo que, al darese la vuelta para volver al interior, escuchó “el clock” de la cabeza chocar contra el suelo, pero que no vio cómo se produjo. También negó la existencia de bordillos en el lugar, está convencido de que entre el acusado y la camarera existe amistad de haber coincidido en otro local y confirmó que la Policía Local llamó por su nombre de pila al agresor. 

El juicio queda pendiente de que el tribunal resuelva.