Lunes, Julio 08, 2024
   
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El fuego del ‘digo Diego’

La persona que acusó a dos vecinos de la Urbanización Mediterráneo de intentar quemarlo afirma en el juicio que no fue así, sino una pelea durante el transcurso de la cual se rompió una bolsa con gasolina.


Juzgado: Sección quinta de la Audiencia Provincial, en Cartagena
Delito que se juzga: Homicidio en grado de tentativa
Acusados: 2
Petición de acusación: 9 años de prisión para cada uno. Está representada por la fiscal
Petición de la defensa: Absolución. Está representada por la abogada María del Mar Coquillat

Noticia relacionada: Les piden 9 años por intentar quemar a un hombre en la Urbanización Mediterráneo


‘Donde dije digo, digo Diego’. El hombre, de origen magrebí, que acusó a dos compatriotas de intentar quemarlo en la Urbanización Mediterráneo, ha negado en la vista oral lo que manifestó en su día a la Policía Nacional y que fue la base para ponerse en marcha este procedimiento judicial.

Los dos primeros en declarar ayer en la Audiencia, en Cartagena, fueron los imputados. Abderrahime I. expuso que hubo una pelea anterior al incidente central y que después fue a la gasolinera a comprar gasolina para su coche, y que cuando regresó se encontró otra vez a la otra persona, generándose una disputa en el transcurso de la cual se rompió la bolsa. El otro imputado, Rachid G., por su parte, afirmó que el mechero se compró para el tabaco y que él se limitó a intentar separar a los que peleaban. Ambos dijeron que tardaron unos 45 minutos en regresar a la plaza tras la primera disputa.

Después entró en la sala la supuesta víctima. Su declaración no coincidía con las anteriores. “Es que entonces estaba nervioso y denuncié porque la gente me comía la cabeza”, expuso, afirmando que la bolsa se rompió durante la trifulca, pero que, a preguntas concretas de la defensa, “ni me echó gasolina ni me amenazó”. También aseveró que no ha sido amenazado ni tiene miedo de los acusados.

Dos testigos también declararon. Uno dijo que vio las dos peleas y que luego intervino cuando estaban en el suelo para separarlos. También afirmó que fue la víctima quien se dirigió a las otras dos personas, quienes tardaron algo menos de una hora en volver. El otro testigo señaló que cayeron al suelo en la trifulca. Ambos afirman que Rachid sólo intervino para separar.

El empleado de la gasolinera narró que compraron dos euros de gasolina (“normal en muchos adquirir esa cantidad y menos para un coche”) y un mechero. Las cámaras de la estación de servicio fueron las que recogieron a los dos acusados.

La versión de los agentes de la Policía Nacional que intervinieron aquel 23 de diciembre de 2013 relataron que recibieron una llamada indicando que un individuo “se había refugiado en una tienda porque quería quemarlo”. Cuando hablaron con la víctima, “nos dijo que le habían echado gasolina y que lo querían prender”. Fueron al domicilio de uno de ellos, donde hablaron con los supuestos agresores, “unjo reconoció haberlo hecho, diciendo que el motivo es que la otra persona quería sobresalir y no podía permitirlo”. Otro agente dijo que escuchó que Rachid sujetaba a la víctima en el hipotético intento de encender a la otra persona.

Las conclusiones fueron dispares en ambas partes. La fiscal afirmó que, “pese a lo dicho hoy, no hay dudas. Existía una enemistad manifieta y hubo voluntad en los acusados de ir a la gasolinera para dar un escarmiento a la otra persona, quien se ha retractado porque, entendemos, que se ha visto presionado por la familia de uno de los acusados y su entorno. Debe prevalecer la declaración de los tres agentes policiales y que los acusados lo reconocieron en su momento”.

María del Mar Coquillat, por su parte, comenzó refiriéndose a que la jurisprudencia otorga el máximo valor a la declaración de la víctima en el plenario, “quien ha proclamado que es hoy cuando dice la verdad, por lo que en este caso es prueba de descargo. Además, todas las declaraciones escuchadas son coherentes entre acusados, víctima y testigos, mientras que los policías no fueron testigos. Además, tardaron mucho en regresar a la plaza, lo que refleja que no podían saber si la otra persona estaba todavía allí. Con una prueba tan escasa no se puede condenar”.

Para concluir, el tribunal ha concedido el derecho de la última palabra a los acusados. Sólo habló Abderrahime “fue una pelea entre dos chavales que fumaban porros, yo nunca había pisado una comisaría”. El asunto quedó visto para sentencia.

 

 

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