Ni siquiera el ataúd en el que supuestamente fue enterrado un bebé recién nacido en 1979 ha sido localizado durante la exhumación privada que una familia ha realizado en Cartagena. Es la primera vez que durante la exhumación de los restos de un caso de bebés robados no se localiza ni siquiera el ataúd que los padres tuvieron que llevar al hospital cuando les dijeron que su hijo había muerto.

El pasado mes de diciembre la Fiscalía de Murcia comunicó el archivo de la denuncia presentada por los padres de un bebé a los que, dos días después del alumbramiento, les dijeron que su hijo había fallecido por una insuficiencia cardiaca. El parto se produjo en el hospital del Rosell de Cartagena el 18 de Julio de 1979 a los 8 meses de embarazo. Según la documentación el recién nacido pesó 3 kilos y por una supuesta falta de oxígeno fue trasladado a  las incubadoras.

Cuando les comunicaron la muerte de su hijo, al padre le  pidieron que comprara una caja y la llevara al hospital. Además la familia adquirió en propiedad una tumba para inhumar el cadáver, lo que ahora les ha permitido realizar la exhumación de los restos de forma particular.

“¿Por qué la Fiscalía no ordenó la exhumación como parte de su investigación?", reflexiona Inés Madrigal, presidenta de la Asociación Bebés Robados Región de Murcia.

"Ha tenido que gastarse la familia su dinero para demostrarle a la justicia que no estamos locos. ¿Hasta cuándo van a seguir ignorando nuestra causa y dándole la espalda a la verdad?”, añade.

La pasada semana se llevaron a cabo otras tres exhumaciones en la Región de Murcia. Se trata de tres bebés nacidos entre 1974 y 1992, cuyas familias quieren confirmar la identidad de los cuerpos ante las sospechas de que pudieran tratarse de bebés robados. En los tres casos se han localizado las cajas funerarias y restos biológicos que ahora se están analizando en el laboratorio de genética Neodiagnóstica, en Lleida.

El forense que ha dirigido los trabajos, Jaume Buj, asegura que “es imposible que desaparezca sin dejar rastro el ataúd y el cadáver. Es la primera vez que veo algo así. Aunque a veces encontramos restos muy deteriorados y es difícil extraer ADN, este caso es diferente. Allí no había nada. Nada de nada.”

Para Inés Madrigal, “esto es un escándalo del que nadie parece querer hacerse cargo. ¿Qué más pruebas hacen falta para que se investigue una desaparición? Es la primera vez que son las víctimas las que tienen que hacer el trabajo de la justicia.” Y añade, “estamos completamente abandonados: ni el gobierno, ni los jueces, ni los fiscales… ¿Dónde está ese bebé? La madre siempre sospechó que había algo raro y esta es la demostración”.