Sábado, Julio 06, 2024
   
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Los crímenes de Bretón en Córdoba recuerdan a otros sórdidos casos acaecidos en la Región

Culpable. Ya no quedan dudas una vez que el jurado se ha pronunciado de forma unánime en la Audiencia Provincial de Córdoba, considerando que José Bretón es el autor del doble delito de asesinato de sus hijos. Esta causa, que ha tenido un magnífico seguimiento a través de los medios de comunicación, ha recordado a bastantes ciudadanos de nuestra Región dos trágicos sucesos que tuvieron lugar hace unos años, como fueron los de la 'parricida de Santomera' en 2002 y el de 'la viuda negra' que tuvo lugar en 2004 en Cartagena.


 

 

Matar a los propios hijos para vengarse de su pareja. Es el motivo que, según el jurado, movió a Bretón en sus crímenes y el mismo que llevó a Francisca González a estrangular en la noche de enero de 2002 a sus dos hijos, de 6 y 4 años de edad, en Santomera hace más de una década. Fue condenada por la Audiencia en Murcia y ratificada la pena de 40 años por el Tribunal Supremo, que ratificó todos los razonamientos del jurado popular.

Otro paralelismo está en el hecho de quemar los cuerpos. Ahí el recuerdo es más próximos, especialmente en Cartagena. Bretón calcinó a sus hijos en una pira funeraria que preparó en la finca de Las Quemadillas, para lo que hizo acopio de leña y utilizó gasóleo como acelerante. Un forense rectificó un error inicial y demostró que unos restos de huesos correspondían a los dos niños. Algo similar hizo Jacqueline Moore, de 49 años de edad, con el cuerpo de su marido, a quien mató el 10 de octubre de 2002 en una vivienda de Tallante (Cartagena). Tres días después del crimen, introdujo el cadáver en un bidón en el patio, en el que mantuvo el fuego hasta casi conseguir que el cuerpo desapareciese, aunque no lo logró, pues quedaron unas astillas que funcionarios del Instituto Nacional de Antropología de Madrid aseguraron en el juicio que no tenían dudas de que eran humanos. Sólo en dos fragmentos se consiguió obtener el ADN.

El juicio, con el magistrado José Manuel Nicolás como presidente en la sala de vistas de la sección quinta de la Audiencia, con sede en Cartagena, tuvo un veredicto unánime del jurado popular para declararla culpable de asesinato y de profanación de cadáveres. Fue condenada a diez años de prisión. El juicio también contó con la presencia de su hijo, quien fue absuelto por prescribir el delito de lesiones que se le imputaba, pues golpeó con la puntera metálica de su zapato al padrastro, haciéndolo caer, lugar donde Jacqueline acababa con la vida de su segundo esposo asfixiándole.

Este caso también tuvo otra singularidad. En un primer momento el asunto quedó como que el hombre se había marchado de casa, pero tiempo después Jacqueline 'confesó' por un chat de Internet a un compatriota inglés que había matado a su esposo. Este hombre vino a España con su hija, quien se hizo novia del hijo de Jacqueline, que también le manifestó lo que había ocurrido. Esta historia fue publicada más tarde por el periodista inglés Roger Insall en el periódico The People. Esta persona fue la que trasladó el asunto a la policía española, aportando como prueba una grabación oculta que llevó a cabo con la mujer cuando se presentó ante ella como traficante de drogas para cerrar un negocio.

 

 

 

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