Con esa frase comenzó a insinuarse el acusado de una violación en Cartagena, según afirmó ayer, durante la vista oral, una testigo. La Fiscalía pide doce años de prisión, mientras que la defensa rechaza que se tratase de una agresión sexual y sí de un acto consentido.

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Finalmente, la sección quinta de la Audiencia Provincial pudo celebrar el juicio contra un joven acusado de agesión sexual. El anterior intento, hace dos meses, tuvo que suspenderse por no aparecer la víctima. Ayer sí lo hizo, declarando tras biombo. Cerca de ella, un joven que proclama que no la forzó sexualmente y en torno a ese debate transcurrió la sesión. ¿Fue voluntario o forzado el acto sexual que ambos llevaron a cabo?

El caso que se juzga tuvo lugar en la madrugada del 31 de julio de 2010. Dos mujeres, de 30 y 31 años, que se quedaron sin dinero y sin batería en el teléfono móvil, entablaron amistad con unos chicos de entre 17 y 18 años en la playa de la Cortina. Después continuaron juntos en Los Mateos, donde una de las chicas se marchó. Posteriormente, el acusado, que era el conductor del turismo, dejó a la otra mujer en la plaza de Bastarreche y a sus amigos en Santa Lucía. No acabó ahí la historia, pues regresó a la ciudad de Cartagena recogiendo a la chica. Fue la antesala del supuesto delito que el tribunal (Miguel Ángel Larrosa, Fernando Fernández-Espinar y Matías Soria) tratan de esclarecer.

Las chicas dicen que la relación con los chicos se desarrolló por cauces de cordialidad y que apenas bebieron alcohol. La amiga de la víctima indicó que al llegar a Los Mateos "cambiaron de actitud, comportándose de forma ordinaria, con prepotencia y mala educación. Al acusado le pedí en un momento determinado fuego para el cigarrillo y me dijo. 'Yo si te daría fuego…' Comenzó a insinuarse de forma brusca, por lo que sentí miedo y, simulando que hablaba con alguien por el móvil, me marché. Le dije a mi amiga si me acompañaba, pero no me dijo nada. Me marché y pasé escondida toda la noche temerosa de que vinieran a buscarme. Al día siguiente salí y un hombre me ayudó a avisar a casa, viniendo la Guardia Civil a buscarme".

Los amigos del acusado reiteraron que esa noche consumieron porros y que todos bebieron bastante alcohol. "Íbamos todos un poco a gusto", explicó uno. Dicen que la amiga dijo de irse "sin más" y que después llevaron a la otra chica a Cartagena, "nos pidió que la dejásemos en la plaza de España, pero la dejamos en la plaza de Bastarreche, engañándola". A continuación el conductor los llevó a Santa Lucía y regresó, ofreciéndose a llevar hasta su destino a la chica, que entonces iba por el paseo Alfonso XIII.

La siguiente escena se traslada a un descampado ubicado cerca de las cocheras de Autocares Meroño, próximas al polígono industrial Cabezo Beaza. El acusado dice que allí practicaron sexo de mutuo acuerdo, mientras que la mujer asegura que la golpeó, le bajó el patalón y la forzó, sin preservativo, sobre el capó del coche. "Se dirigió a mí en tono formal y dijo que me llevaba, pero fue a un descampado", explicó la víctima. "Cuando se fue, corrí hacia el lugar donde veía una luz", expresó la víctima en su declaración ayer. "Sufrí un shock total". Pidió ayuda a un empleado de las cocheras, donde llegó "con la camisa rota y llorando", según apuntó un policía local. Tras la denuncia, la Guardia Civil y la víctima trataron de reconstruir los hechos y, a través de la matrícula del coche, localizó al acusado, "quien nos dijo en un primer momento que fue una relación consentida", lo mismo que ayer repitió en varias ocasiones.

Las dos forenses que han declarado han asegurado que la víctima se comportó "medianamente afectada, no como otras personas que sufren una agresión sexual, aunque pudo influir los relajantes que tomó". También que  no apreciaron lesiones o rasguños en ella.

La fiscal Yolanda Cuadrado, en sus conclusiones, mantuvo la petición de doce años de prisión, una orden de alejamiento de diez años y una indemnización por daños morales de 60.000 euros para el joven acusado, "porque hay detalles que confirman la violación, como el desgarro en la camisa de la víctima, que esa madrugada fuese corriendo en busca de auxilio, la burla hacia ella cuando la dejamos en Bastarreche y que la amiga dejase por miedo al grupo y la burla sobre. Además, desde el primer 'no' a una práctica sexual que diga una de las partes, ya sea al principio o al final, ya existe el delito". Como agravante expuso que el lugar del supuesto delito, un descampado alejado de zona habitada.

Juan Francisco Pérez Avilés, quien defiende al acusado, remarcó que la única prueba "es la declaración de la chica" y que hay datos para pensar en una relación consentida, "pues fueron las dos mujeres quienes se acercaron a los chicos, quienes eran bastante menores que ellas, además  de que ambas fueron voluntariamente a Los Mateos. A esto hay que añadir el informe de los forenses y la falta de explicación a lo que dice la amiga, ¿por qué se marchó ella y dejó a su compañera?". Rechazó el agravante que expuso la fiscal y planteó, de forma subsidiaria, como atenuantes las dilaciones indebidas del proceso (un error en el envío de la documentación a un juzgado de Madrid y las dos ocasiones en las que no se presentó la víctima), el consumo de drogas y alcohol y la falta de madurez del acusado con 18 años de edad.

Tras darle la oportunidad al imputado de decir algo más, de lo que no hizo uso, el juicio quedó visto para sentencia.