Bartolomé es conocido por muchos viandantes de Cartagena. Durante mucho tiempo tuvo su 'hogar' en un banco de la plaza de España, en la acera de Mercadona, donde pasaba las noches (a veces acompañado por sus perros), refugiándose con cartones, bolsas y telas del frío, aunque en más de una ocasión tuvo que ser trasladado a Urgencias del hospital del Rosell por hipotermia. Desde noviembre de 2011 no se le volvió a ver. El motivo es que apuñaló a otra persona al creer que le iban a robar. Ayer, con suspense, aceptó ante el tribunal de la Audiencia Provincial una condena de dos años y medio de cárcel, lugar en el que está desde entonces.

• Anexo. La sentencia.

Bartolomé estaba durmiendo, pues ya era de madrugada, sobre las tres, cuando sintió que alguien trataba de robarle. Entonces cogió un cuchillo de siete céntimetros de hoja y se lo clavó en el pecho, a la vez que le preguntaba: "¿Quiéres otra?". La víctima fue trasladada a Urgencias y tardó 37 días en curar, no habiendo quedado totalmente recuperado aún. El agresor, por su parte, ingresó a prisión, desde donde ayer fue trasladado al Palacio de Justicia de Cartagena para ser juzgado.

La fiscalía solicitaba inicialmente siete años de prisión por el delito de tentativa de homicidio, que tras un acuerdo con el abogado de la defensa, José Miguel Roda, se redujo a dos años por lesiones y medio más cinco de alejamiento, cifrándose en 12.000 euros la responsabilidad civil.

Llegó el momento de ser preguntado por el presidente del tribunal, José Manuel Nicolás, si aceptaba la condena, lo que implica confesarse autor de un delito de tentativa de homicidio. Bartolomé parecía no tenerlo claro y reiteraba que pensó que le estaban robando y que no conocía para nada a esa persona. En un momento determinado, el magistrado dijo que si no respondía de forma afirmativa, se celebraría el juicio y no se demoraba más su inicio. Finalmente acepto.

Lo curioso de esta historia es observar el sentido de propiedad que tenía hacia un elemento público que es un banco, pero que había convertido en su hogar, por lo que se sintió invadido.