Una usuaria del Rosell asegura que la empleada del servicio de Atención al Paciente la gritó y empujó. Ésta, a su vez, asegura que eso es falso y que ella fue amenazada con "llamar a la Ser". Ambas se han denunciado y el juicio ha quedado visto para sentencia en la sala de Instrucción número 1 de Cartagena. Las abogadas de cada parte piden condenas para las diferentes imputadas, mientras que la Fiscalía considera que todo queda en la palabra de una contra la de la otra.

La abogada de la ciudadana, Esther Guzmán Sánchez, solicita que la empleada del Rosell sea condenada por una falta de Lesiones leve a una multa de 900 euros, mientras que la letrada de la otra parte (quien no ha autorizado a publicar su nombre) reclama una multa de 120 euros, una indemnización por daños morales de 100 euros y una orden de alejamiento de 300 metros durante seis meses.

En este caso se trata de dos personas de brillantes trayectorias en sus respectivas ocupaciones. La ciudadana es profesora de un centro docente "en que inculco a los alumnos que los valores son más importantes que las carreras", mientras que la empleada del Rosell lleva 40 años en diferentes unidades hospitalarias "sin haber recibido queja alguna".

La usuaria fue la primera en relatar su versión. "Fui a acompañar a una persona que no entendía de gestiones burocráticas y entré en la oficina para pedir un papel, pero esta señora me lo entregó diciendo que no valdría para nada si no me atendía. Fui a admisión y me dijeron que era en Atención al Paciente donde me indicarían a qué planta debía dirigirme. No tenía número y pedí al último paciente que estaba si podía entrar con él, a lo que accedió. Entonces, al ver que no me atendía, insistí y esta señora me gritó que me marchase y me empujó. En ningún momento grité, ni amenacé con llamar a la radio, ni impedí el paso a otros pacientes".

La empleada del Rosell, por su parte, asegura que la primera vez que entró la usuaria "le dije que esperase fuera, pero insistió, pedí disculpas al paciente y le entregué el documento, indicándole que debía ir firmado por un médico. Entonces se marchó y luego se presentó otra vez. Le indiqué que tenía que atender a otro paciente y la invité a que se marcharse. Entonces sacó su teléfono móvil, me lo puso cerca de la boca y me manifestó que le dijese a la Cadena Ser que no la quería atender, para después dar voces diciendo 'no me grites, no me empujes' con el móvil en la mano. Luego me pidió la hoja de reclamaciones y se la entregué".

Después han declarado tres personas que han reforzado los testimonios de una u otra parte, con las que tienen lazos laborales, familiares o de amistad. Ha faltado el principal testigo, el paciente que entró en la oficina cuando se desencadenó el incidente. La abogada de la trabajadora ha dicho que ha llamado media hora antes del juicio para decir que no podía acudir debido a un ataque de ciática. La letrada ha solicitado la suspensión de la vista, a lo que se negó la abogada Esther Guzmán estimando que estaban presentes otros testigos. La jueza Brigida Gil, apuntando que no se ha presentado certificado médico que respalde ese motivo aludido, ha decidido celebrar la sesión.

Conclusiones

En las conclusiones finales, la fiscal ha solicitada que sean absueltas ambas denunciantes-denunciadas "porque no quedan acreditadas sus acusaciones" y considera que en los testimonios de los testigos "hay versiones contradictorias". Esther Guzmán sí estima que está demostrado el empujón y que la actitud de la auxiliar "no fue la correcta, como prueba que esta ciudadana tuvo que volver". Por su parte, la abogada de la empleada se reafirmó en que la ciudadana actuó "con malos modos y falta de razón, además de amenazar con llamar a la Ser, entorpeciendo la buen prestación del servicio". La causa ha quedado pendiente de que la jueza emita la sentencia.