Jueves, Julio 04, 2024
   
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Prometo estarle agradecido

Esta semana, el portavoz del Grupo municipal del Partido Popular en el ayuntamiento de Cartagena, D. Francisco Espejo, efectuó unas declaraciones en las que, en relación con el monasterio de San Ginés de la Jara, afirmaba que “El mérito no es de López“, señalando que el alcalde se atribuye los “méritos del resultado de la reciente sentencia del TSJ de Murcia favorable a la restauración del Monasterio”.

Es evidente, por conocido y notorio, que el mérito del estado actual del Monasterio no es de López, como tampoco lo es de las personas y colectivos que lo han defendido, sino de la intachable labor realizada desde el Ayuntamiento por el Partido Popular en la conservación del patrimonio de Cartagena. Considero justo recordar estos méritos para que no caiga en el olvido tan abnegada labor.
Por eso, no podemos olvidar felicitar al Partido Popular por promover Novo Carthago, y conseguir que se convierta en uno de los más palmarios ejemplos de investigaciones por corrupción urbanística. Aún por dirimir,  estoy convencido que este caso acabará por estudiarse en las facultades de Derecho.
Reconocemos el mérito del partido del Sr. Espejo cuando aceptó el compromiso de restauración del Monasterio en condiciones de uso público, pero no envió, por no molestar -claro- a los técnicos de intervención urbanística hasta el 25 agosto de 2011, seguro que para dar lustre y relevancia a la primera concentración ciudadana exigiendo la restauración del monumento. Gracias a esta inacción, la opinión pública posó los ojos sobre el Monasterio.
Anteriormente, ya había concedido, el 4 de abril de 2007, la licencia de obra MA-2007/303,  condicionada a una segunda fase puesto que el compromiso de la promotora sólo se refería al edificio principal, obviando el huerto y las casas de labranza. Dicha licencia caducó, sin que se realizase obra de restauración alguna o los funcionarios de la Dirección General de Cultura o del Ayuntamiento se pasaran por allí, “para comprobar el avance de las obras”.
El sr. Espejo también puede anotarse en su haber el proyecto de reparcelación aprobado por su equipo de Gobierno en mayo de 2007, anulado posteriormente por el TSJ en 2013, y que con ello la propiedad del Monasterio hubiera revertido en la promotora.
Pero al sr. Espejo y sus compañeros le adornan muchos más merecimientos, como haber incumplido con sus compañeros autonómicos desde mayo de 2007 a noviembre de 2011 las obligaciones impuestas por la Ley 4/2007, siendo el Ayuntamiento propietario del Monasterio, período en el que el expolio del monumento ha sido constante. Además, durante este tiempo, no incluyeron en los presupuestos una sola partida para su restauración.
Que también es mérito del anterior equipo de Gobierno, y no somos quien para dejar de reconocérselo, las concentraciones por parte de colectivos, asociaciones, partidos políticos y ciudadanos ante las puertas del Monasterio de San Ginés de la Jara cada 25 de agosto reclamando atención administrativa y la forma en la que éstas fueron ignoradas.
Y como no podemos dejar de reconocer sus méritos personales, porque aquí sí que consideramos que es exclusivamente mérito suyo, sr. Espejo, y ‘al César lo que es del César’, sus declaraciones a la cadena SER el día 25 de Agosto de 2014, Día de San Ginés de la Jara, en las que afirmó que las obras de restauración se estaban realizando y que transcurrían lentas por su dificultad al tratarse de un BIC, también son historia de este procedimiento, sobre todo porque el informe del técnico de la Dirección General de Cultura, unos días después, dejó claro que no existe causa técnica alguna que justificara la lentitud en la ejecución de las mismas.
¡Cuánta razón tiene usted, sr. Espejo!, ¡Qué poco hemos valorado sus méritos! Porque incumplir de modo sistemático y completo la Ley de Patrimonio Histórico durante 20 años de mayoría absoluta es un hito que se le debe reconocer a usted y a su partido.
Reconocidos ya sus méritos, le pido que no haga nada más por el Monasterio de San Ginés de la Jara y el patrimonio local. Ya es suficiente, reconocido queda. Eso sí, únicamente quiero recordarle que la sentencia cuyo mérito se atribuye es fruto de un recurso evacuado después de las últimas elecciones municipales, esas en las que dejaron de acumular méritos. Le prometo que le estamos muy agradecidos. Puede descansar en su defensa del patrimonio.
 

A la Patrona desde el joven sentir cofrade

Pregón del Miércoles de Ceniza pronunciado en la Real Basílica Menor de Nuestra Señora de la Virgen de la Caridad ante la patrona de la ciudad:

Santísima Virgen de la Caridad, excelsa Patrona de Cartagena. Un año más, las cuatro cofradías cartageneras, encabezadas por sus respectivos hermanos mayores, nos postramos a tus pies, en esta esplendorosa Basílica para ofrecerte nuestra devoción, nuestro inmenso cariño y nuestro trabajo cofrade; para transmitirte la noticia de que por las calles y plazas de nuestra trimilenaria ciudad, marrajos, californios, resucitados y del Socorro, todos a una, como auténticos hermanos, volveremos a representar la Pasión, Muerte y Resurrección de tu hijo, ese hijo que ahora vemos reclinado entre tus rodillas, muerto tras los muchos sufrimientos que padeció y una desgarradora crucifixión, pero que en la luminosa y radiante mañana del Domingo de Resurrección, saldrá triunfante y vencedor.

Hoy, Miércoles de Ceniza, tras largos meses de espera desde que finalizara la Semana Santa pasada, los cofrades cartageneros nos hemos reunido en cabildo en nuestras cofradías y hemos decidido, otro año más, sacar nuestras procesiones adelante. Otro año más, en que Ante tí, Madre, nos congregamos, implorando tu bendición y solicitándote la venia para salir a desfilar.
Música y a la calle. ¡Cuánto llegan a significar estas palabras para un procesionista y cofrade de corazón! Con ellas, se da el pistoletazo de salida a una carrera, de la que segura estoy, todos saldremos victoriosos. Por delante tenemos 40 días repletos de pregones, presentaciones de revistas, actos de culto en honor a nuestros titulares, tríduos, la misa en honor al Cristo del Socorro, la Salve Grande california, el Miserere marrajo, el Resurrexit...

Pronto me despertaré un domingo temprano con ese alegre redoble de tambor que anuncia el pasacalle de los ‘judíos’ y su ‘Perico Pelao’; pronto agitaré en el aire mi bufanda al tiempo que los Granaderos salen del castizo Callejón de Bretau y tararearé en mi cabeza ese entrañable ‘Micaela fue a los toros, se cayó de la barrera y su madre le decía ¡pobrecita Micaela!’; pronto me convertiré en una experta meteoróloga, consultando el tiempo de cada día y rezándole a San Pedro para que no deje caer ni una gota durante ninguna procesión, ya sea encarnada, negra, morada o blanca.

El reloj marca la una de la madrugada y me dispongo a vestirme con mi hábito de penitente. Nervios de última hora, apretones de manos y abrazos que transmiten el deseo de que todo vaya bien y la procesión transcurra sin incidencias. Comienzan a sonar los primeros re- dobles de tambor y los monaguillos balancean con cariño los incensarios, que comienzan a desprender esa ligera bruma e intenso aroma, provocando ese ambiente tan mágico que envuelve el inicio de cada procesión. ¡Qué delicioso cosquilleo que se siente al descender por la rampa de Santa María, ya seas penitente, portapaso o nazareno!. Ya estamos en la calle, el pueblo cartagenero aplaude al paso del desfile. Cartagena huele a rosas, claveles y gladiolos, perfume que perdura a lo largo de esos 10 maravillosos días.

La Salve, ese momento tan íntimo que nos une con nuestra Madre; nadie que la haya presenciado alguna vez, ya sea cartagenero de nacimiento o de adopción, se extrañará si afirmo que se trata de un momento cumbre en nuestra Semana Santa, y que incluso hasta el no creyente, no puede evitar estremecerse durante la apoteósica entrada de las Vírgenes en la Iglesia de Santa María Gracia.
Santísima Virgen de la Caridad, en pocas semanas volverá a congregarse ante tu presencia este pueblo de Cartagena con motivo de tu onomástica.

El Cristo Moreno y la Virgen de la Soledad del Consuelo, partirán en un austero Vía-crucis penitencial encabezado por sigilosos alumbrantes a través de las calles de la ciudad, culminando con las primeras luces del alba, que dan paso a un esplendoroso Viernes de Dolores.

La cantera de pequeños cofrades californios, quienes sin duda, el día de mañana seguirán fielmente la estela dejada por sus mayores, recrea la entrada de Jesús en Jerusalem durante la tarde el Domingo de Ramos.

Seis puñales atraviesan el corazón llameante de la Santísima Virgen de la Piedad. El pueblo entero de Cartagena se echa a la calle para contemplarte a tí, consoladora de los afligidos, que te hallas caminando a paso firme y cadencioso, junto al leño de la cruz mientras sostienes entre tus brazos a tu amado hijo.
San Juan, San Pedro y Santiago, partiendo al unísono con el fulgor que les caracteriza desde sus respectivos emplazamientos militares, vaticinan la llegada del día grande encarnado. Miércoles Santo, coloridas capas de entusiastas penitentes ondean por las calles de Cartgena, abriendo paso a un Jesús Prendido ante la mirada de sus fieles discípulos y a la Santísima Virgen del Primer Dolor, cuyo rostro de sufrida agonía e imponente entereza preludian el trágico final.

La oscuridad en las calles y el tintineo que provocan las lágrimas de los hachotes, indican que es Jueves Santo. El espectador silencioso contempla la llegada de Nuestra Señora de la Esperanza que, tras recogerse en Santa María, da paso a los granaderos y sus pasacalles, anunciando con jolgorio y alegría que llega el turno de los marrajos.

La luna llena eclipsa desde el cielo con sus destellos. Jesus de Medinaceli, Cristo cautivo y desalentado, acepta con resignación el peso de la Cruz. Las primeras luces del alba son testigo del Encuentro entre Nuestro Padre Jesus Nazareno y su madre, la Santísima Virgen Dolorosa, en la calle de la Amargura, ante la mirada de su Discípulo Amado y la Santa Mujer Verónica.

Ya es Viernes Santo y la tristeza y amargura nos embargan. La suave melodía de los violines y el tambor con sordina, anuncian la llegada del Cristo Yacente, devastado, inerte después de tanto sufrimiento, y de su madre, la Santísima Virgen de la Soledad, apenada y rota de dolor por la muerte de su hijo. Ambos, dan paso a la ligereza con que transcurre la procesión del Sábado Santo. Soledad de los Pobres, ¡cuánta tristeza y dolor contenido evoca ese gesto en tu rostro!. María de Cleofás y María Magdalena consuelan tu llanto, pues, como decía la profecía ‘Al tercer día, resucitará’.

Los primeros rayos de sol asoman tras las puertas de Santa María de Gracia, que se abren de par en par dejando salir al ultimo cortejo procesional de nuestra Semana Santa. ¡Cristo ha resucitado y ha vencido a la muerte! María Magdalena y sus discípulos son fieles testigos de ello. Virgen del Amor Hermoso, que tras esa mirada limpia y serena escondes felicidad y paz al saber que tu hijo Jesús ha ascendido a los cielos. El pueblo de Cartagena entona con emoción la última Salve y tú, otro año más, te llevas sobre tu manto nuestros pétalos de amor y nuestro corazón, poniendo el broche de oro a la Semana Grande de Cartagena.
Y ya, Virgen María, no me queda más que despedirme de tí, no sin antes implorarte que nos bendigas y que veles desde el cielo para que reine la armonía, la sensatez Y la unión en el seno de cada una de nuestras cuatro cofradías, así como en la relación entre ellas. Nuestras procesiones son únicas y como tal, debemos marchar todos en un único sentido.

Te ruego también, Madre, no te olvides de nosotros, los jóvenes cofrades, pues somos presente y futuro de nuestra querida Semana Santa. Trabajamos con empeño desinteresado e inmensa ilusión por nuestras respectivas cofradías y Agrupaciones, buscando siempre confraternizar con nuestros hermanos, comprometiéndonos día a día a crecer como una comunidad cristiana fraterna y, sobre todo, unida. Ilumínanos el camino Virgen María y ayúdanos a saber tomar el testigo de cuantos nos anteceden.

Santísima Virgen de la Caridad, tus procesionistas (marrajos, californios, resucitados y del Socorro) nos hallamos ante ti para entonar, todos juntos, la primera Salve en este tiempo de Cuaresma que hoy comienza. Canto que emana desde lo más profundo de nuestro ser, como explosión unánime de fe y muestra del inmenso amor que sentimos hacia ti, Madre Bendita, demostrándote que, pese a la diferencia de colores, somos hermanos y que estamos unidos frente a todas las adversidades, luchando con incansable dedicación y espíritu cofrade por sacar adelante nuestras procesiones y tratando de engrandecer, más aún si cabe, una de las tradiciones más maravillosas con las que cuenta esta bendita tierra de Cartagena: su Semana Santa.

 

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