Como todos los años visito con mi familia el encantador pueblo de pescadores de Cabo de Palos en estas fechas de Semana Santa, donde los niños en la procesión del Jueves Santo participan con uniforme, de un chubasquero amarillo, que recuerda a los pescadores de la zona. Cual es mi sorpresa este año cuando se le niega la salida a los niños con chubasquero amarillo por no ser el que su cofradía, desde la Iglesia, ha vendido, y veo como a niños que están dentro de la procesión los sacan de la misma y les dicen que no pueden participar (echando y dejando en un lateral), cuando era una tradición de esa procesión, en un pueblo turístico de la zona.

Luego, indagando, me entero que les prohibieron a los niños sin el chubasquero de la discordia reglamentario, salir desde La Iglesia. Fue una postura indigna del sacerdote y la cofradía, pues rompieron una tradición, dañando la ilusión de los niños, excusándose, en que lo habían comunicado por el Facebook de la iglesia y en misa, en dos semanas anteriores (nos olvidamos de que es una zona turística donde poca gente se entera por esos medios), y aunque apruebo el hecho para futuros años, desapruebo las formas, actuando sobre niños y olvidando que hablamos siempre con el trasfondo e imagen que se les queda a estos niños sobre la ‘casa de Dios’, que desde la iglesia nos les permiten participar, cuando ya que era una tradición, hubiera sido bien fácil avisar este año, en la procesión para futuros años, dejando y sin jugar con la ilusión de los niños, y vuelvo a decir avisar esa medida para siguientes años.

Conclusión: quedan niños desilusionados con la Iglesia, en una zona turística de vacaciones, que estropea la labor de muchas familias en sus parroquias habituales.