Miércoles, Julio 03, 2024
   
Texto


La Colmena

Metáfora de la actualidad social. Cela desarrolló en aquella posguerra del aquél –lejano- siglo pasado, un retrato que podíamos tratar de costumbrista, un realismo social, un pálido reflejo de una humilde sombra de la cotidiana, áspera y dolorosa realidad en la que se situaba la España de principio de los cuarenta, ahora inmersa de nuevo en ese costumbrismo social, en esa cotidiana y áspera sociedad sufridora, si bien no hay más culpables que los ciudadanos que hemos sido engullidos por la hipocresía de la mediocridad política y lo hemos permitido, como en épocas anteriores, dícese primera y sobre todo segunda república.

Este pequeño artículo es una oda a la obra del Nobel por su denuncia de la realidad sociopolítica española de antaño y la actual. Como aquel grupo de tertulianos que se reunían en el Café La Delicia a desenmascarar sus propias miserias, las hoy generadas por un estado de bienestar trasnochado que se ha unido a la desolación familiar, laboral y social, una situación donde, a pesar de la castrada globalización y donde los adalides de la mediocridad y la soberbia, parásitos sociales en otros tiempos, han alcanzado para nuestra desgracia el “sumun” de la vanidad, por trivial. Personajes del tres al cuarto que han hecho una carrera vacía de moral pero adinerada en lo que hoy llaman política, aquí en nuestra ciudad, en nuestra región y en nuestra maltrecha España. Un rosario de mentiras e irresponsabilidades entrelazadas por el fino hilo del esparto de la prevaricación y las mentiras, donde se nos ofrecen caramelos contaminados y envenenados de ficciones y quimeras por parte de los que nos han de arreglar la vida. Un lugar donde para gestionar un ayuntamiento, una región o un país no es necesario más que la amistad y la deuda de favores, y luego a desarrollar algo que se llama demagogia, apariencias y demás mercadeo costumbrista.

Decía Cela sobre la segunda edición de su censurada obra que, “En el mundo han sucedido extrañas cosas, pero el hombre acorralado, el niño viviendo como un conejo, la mujer a quien se le presenta su pobre y amargo pan de cada día colgado del sexo -siniestra cucaña- del tendero ordenancista y cauto, la muchachita en desamor, el viejo sin esperanza, el enfermo crónico, el suplicante y ridículo enfermo crónico, ahí están. Nadie los ha movido. Nadie los ha barrido. Casi nadie ha mirado para ellos”, como ahora, solamente superficialidad.

Mis artículos y otros tantos son como “La colmena”, es un grito en el desierto; es posible que incluso un grito no demasiado estridente o desgarrador –a veces silenciado por los mal interpretados poderes fácticos-. En este punto, jamás me hice vanas ilusiones como decía Cela. Pero en todo caso, mi conciencia bien tranquila está…

Llegamos a un punto en el siglo XXI como en el pasado, en la incertidumbre de los destinos humanos donde los protagonistas no pretenden conseguir o hacer nada especial en la vida, simplemente pasarla y donde no se sabe que ocurrirá al día siguiente, pues quizá al día siguiente no tengan para comer. Además, hay temas secundarios como el sexo deshonesto, el hambre y la pobreza, que van unidos, la sociedad y los personajes de la obra están en continua preocupación por lo que depara el futuro; el aburrimiento; la hipocresía y la humillación. ¿Les suena…?

Nos vemos abocados a los iracundos mercadeos de Mas, el astuto caradura que ha encontrado un filón de populismo en el populacho catalán. De Pablo Iglesias y su demagoga y oportunista formación que nos engaña amparándose en la frustración social, una formación deprimente y luctuosa, yo diría que hasta carroñera porque se nutre de los pobres cadáveres sociales, víctimas de esta herrumbre política actual. De los desatinos del PSOE con su “queda bien” de turno, Pedro Sánchez y las peleas internas de poder, no de apoyo, ni en lo local, que parece un vergonzoso circo de titiriteros. O ya de nota, el vergonzoso pucherazo electoral del PP, que da asco, o los irónicos y embaucadores a la vez que mezquinos mensajes de Montoro y su comparsa de números, ¡suben las pensiones!, 0.25%, un ejemplo vergonzoso en comparación con los sueldos escandalosos de los diputados, senadores, eurodiputados o ahora el del dimitido ministro de Justicia. También destaca el ejercito de muñecos y muñecas de guiñol que bailan al son de quien los manejan como simples estómagos agradecidos de los que se nutre el PP en todos sus territorios, donde Murcia y Cartagena junto a Alicante y Valencia son un claro exponente de ello, de los deseos de Valcárcel, ahora Garre, Barreiro, Celdrán y otros tantos que definen a su antojo los quehaceres diarios y los vientos que han de soplar a pesar de la pobreza y el desfase económico manifiesto de su ineptitud y donde la única oposición que hallan es la Justicia. Lugares donde los sayones, como los polluelos, abren la boca a esperar los designios electorales cuando ninguno y ninguna valen para nada, en política claro…

Todavía no se han alejado las bravuconadas mediáticas y embusteras de los imputados e imputadas de la región que son irreverentemente demasiados, tampoco de los pelotilleros de sus acólitos como los vicealcaldes,  portavoces y concejales de fortuna, que, los y las, defienden con picarescas farsas de teatro en Plenos de guiñol donde el más despierto no llega a la acera anegada de su propia gestión.

Y al final. Al final los ciudadanos somos como los personajes de esa Colmena de Cela, como los clientes del café de doña Rosa que son gente que no aspira a nada en la vida, se dedican a dejar pasar el rato en el café, pensando lo que podía haber sido la vida, aunque no se lamentan por lo que haya pasado. La diferencia es que aquí…, como cantara Serrat; “los muertos están en cautiverio y no nos dejan salir del cementerio”.

 

Condenados al ostracimos

Así, a vola pluma, y tras prometer hacer hincapié sobre este término común a un buen amigo a la par que compañero de fatigas, y que fatigas…, se puede leer en el  diccionario, manual aquél… que aquellos sociatas y no sociatas como peperos, los de podemos y demás castas de uno y otro color de la ESO han visto en alguna que otra fotografía que, ostracismo era un “destierro político acostumbrado entre los atenienses”, otra sí; “la exclusión voluntaria o forzosa de los oficios públicos, a la cual suelen dar ocasión los trastornos políticos”. Joder que paradigma, popularmente y como comenta mi buen amigo, el de las magdalenas, su condena al ostracismo y la mía, y la nuestra es vivir desterrado, si no físicamente si cognitiva y conductivamente por usar términos psicológicos, “dejado a un lado, ignorado y ninguneado por quien debe apoyarte y/o defenderte…la metáfora, encerrado en una concha como si no existieras…”, mantenido por necesidad pero absolutamente anónimo.

Efectivamente, hemos llegado a un  punto tal, que en este país estamos condenados al ostracismo los verdaderamente importantes que somos los ciudadanos, los trabajadores, el que pueda…, y el resto de la gente anónima que mantiene los sustentos de tanta ignominia política, habidos y por haber, longevos y de nueva creación Es la torticera clase política la que debería estar en el destierro, en Santa Elena haciéndole compañía a Napoleón o en Santa Marta con el líder bolivariano. Condenados al ostracismo estamos en este país de malabaristas de  las palabras, los actos y las acciones de la hipocresía, la mentira y el cinismo, tres denominadores comunes en nuestra clase política y económica, algunos se destierran ellos mismos con sueldos de 8.000 euros al mes para un mínimo sustento, pobre  hombre, como nuestro Virrey, que sigue siéndolo y lo será, que otra sí, ha estado recientemente dando apoyos a los peperos cartageneros, imagen patética y recesiva la presentada en Santa Florentina en el último Comité Local, tres pasados de moda, tres personajes que políticamente ya no tienen nada que aportar más que su trasnochada historia que puede truncarse como al catalán bajito en cualquier momento, como los tres sudamericanos, aquellos paraguayos que se quedaron con la Cartagenera, Guantanamera o Gibraltareña y requieren aplausos de sus seguidores como palmeros de fortuna. Si estas tres personas son las que seguirán liderando en el futuro el partido lo tenemos claro. Se les olvida el viejo dicho, a la sazón recomendable, que una retirada a tiempo…

¿No hay nadie más en el PP cartagenero? ¿Dónde están los honestos gestores que han sido condenados al ostracismo por la trivialidad y la banalidad política personal cartagenera?, puedo citarlos pero me temo que les haría un flaco favor ya que serían víctimas inocentes de la ordinariez humana.

En Murcia, los imputados siguen apostillando su ¡desinteresada! postulación  al poder, mientras los ayuntamientos como Lorca, Puerto Lumbreras o Murcia y posiblemente Cartagena en breve, han de sumar presupuestos para abogados… que encima pagamos todos, ¿con dos cojones que diría mi padre!. Así no me extraña que los de Podemos saquen tajada, dicen lo que todos quieren oír sin tapujos, otra sí, es su cavernaria y dictatorial, aunque sea proletaria, manera de actuar.

Ahora es la época de festejos y fotografías, nuestros singulares moradores del Ayto. en estas históricas fiestas sí pueden hacer alardes de protagonismo y disfrazarse en actuaciones estelares enmascaradas más que de hechos para subir la audiencia votante.

Se acaba el tórrido verano donde la miseria ha vuelto a broncearse en el Mar Menor y en La Manga. Volvemos de veranear, de tostarnos al sol y sin romper nuestra cálida agenda post estival aparecen fiestas, de la huerta, históricas, fiestas y más fiestas..., más parados, menos dinero y más descarada hipocresía de nuestros gobernantes. El líder y acolito del puerto o “el Robert en Juego de Tronos” que se coloca medallas que no le pertenecen. Trabalenguas consistorial para disfrazar la pésima por ignorada gestión en el coso multiusos de la ciudad, al final las verdades a medias se confunden con la mentira y con la realidad, una habilidad suprema. La alcaldesa –minúscula- sigue ignorando su llamada a filas faltando el respeto descaradamente a sus… de ella, votantes por el affaire de Novo Carthago, o quizás, espera la diva la conmemoración de las segundas guerras púnicas para su declaración a lo Juego de Tronos, donde las leyes y la justicia son en gran parte definidas por el sistema feudal del gobierno local. Todo se andará.

Y ahora, para terminar un guiño a Don Tomás, un posible gran alcaldable, como don J. Vicente, quizás más temidos que odiados, que en su última comparecencia más pedagógica que periodística iluminó a este humilde siervo de la tétrica ironía con la desconocida sabiduría Tolteca y sus cuatro acuerdos;

Honra tus palabras. Lo que sale de tu boca es lo que eres tú. Si no honras tus palabras, no te estás honrando a ti mismo.  Honrar tus palabras es honrarte a ti mismo, es ser coherente con lo que piensas y con lo que haces. Eres auténtico y te hace respetable ante los demás y ante ti mismo. -A pensar… ya que se aleja de la realidad actual diametralmente-

No te tomes nada personal. Ni la peor ofensa. Ni el peor desaire. Ni la más grave herida, debes tomarlo personal. Quien te ofende tiene un veneno que descarga contra ti por no saber cómo deshacerse de él. En la medida que alguien te quiere lastimar, en esa medida ese alguien se lastima a sí mismo. Pero el problema es de Él y no tuyo. -Aquí algun@ se cree el ombligo del mundo…-

No hagas suposiciones. No des nada por supuesto. Si tienes dudas, acláralas. Si sospechas, pregunta. Suponer te hace inventar historias increíbles que sólo envenenan tu alma y que no tienen fundamento. -¿Suponer? ¿o no es uno de los principales verbos conjugado en todas sus formas posibles lo que caracteriza este país?-

Haz siempre lo mejor que puedas. Si siempre haces lo mejor que puedes, nunca podrás recriminarte nada o arrepentirte de nada. -A pesar de las inmensas limitaciones conductivas y cognitivas…-

 

Yo tomé seria nota, el problema es que no sé si las personas con responsabilidades que más han de tomar nota, lo han hecho y seguiremos las víctimas en lugar de los culpables atenienses, españoles, murcianos o cartageneros condenados  al más oscuro y profundo ostracismo, cosas de la mediocridad. Oficios públicos…, trastornos políticos… o ¿quería decir el diccionario oficios políticos y trastornos públicos…? Ya no sé nada.

 

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