Miércoles, Julio 03, 2024
   
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Había una vez… un cuento de Navidad

Elijan ustedes lo que había una vez y lo que hay en política, ¿un circo?, ¿un cuento? Nuestra clase política (perdón por lo de clase) y sus escenarios parecen en numerosísimas ocasiones un circo con sus payasos, sus funambulistas, domadores, contorsionistas, etc. Podemos identificar políticamente cada profesión con su protagonista directo en claro ejercicio de pensamiento y metáfora. Para otros no es más que un cuento, son verdaderos personajes de cuento salidos de la pluma de Wilde, Andersen, Dickens o el mismo Dumas, sin discriminación de género, los mismos que ni en sus mejores sueños hubieran imaginado ser concejales, alcaldes o diputados con su género contrario. Lo de Presidente o ministrillo de taifa ya es de nota, y así nos va en esta región de abrazafarolas de la política, tan mediocre que duele.

Hemos pasado de puntillas ante el 38 cumpleaños de la Constitución española, una Carta Magna basada en una generosidad política y altura de miras sin parangón, había elegancia, clase, y como decía, altura de miras y generosidad con un pueblo valiente, conquistador y viril…, hoy mancillado por la prostitución de las ideas, de los intereses y de las injerencias, los espacios de gestión y responsabilidad se han convertido en poderes de bar, en argumentos de cantamañanas de la política, de monigotes de belén barato en pos de su vanidoso protagonismo, de ahí los falsos nacionalismos e independentismos arropados por la mezquindad de los intereses anárquicos de los indigentes de la moral.

Pensando en voz alta, y haciendo un ejercicio de realidad contractual, personal y de opinión, nada más y al hilo del prólogo, quiero metafóricamente detenerme en el “Christmas Carol” de Dickens, éxito reflexivo de la época y símil permanente de nuestros actuales personajillos del belén político al que nos asomamos. España ha tenido una suerte aciaga tras las últimas convulsionadas elecciones, tal es el despropósito que, en estas fechas, los fantasmas abundan más que nunca en nuestra piel de toro, los “Scrooges y Marleys” o protagonistas del cuento, se apilan en las cinco estrofas o relatos, en los consistorios, asambleas, diputaciones, Congreso y Senado, a modo de enchaquetado ególatra o presuntuoso asambleario postulando desde la alfombra, más guay que progre y más perro que cordero.

No tengo dudas en aseverar la aparición del fantasma al líder podemita, que como buen radical de la izquierda y prostituyendo el ideario socialista se caracteriza por ser un viejo avaro político, a pesar de la juventud, con filosofía trasnochada y fracasada con marchamo de jabugo de imitación chino, arrastrando una larga y pesada cadena que representa todos los actos de avaricia política y vanagloria cometidos, y tampoco tengo dudas del oscuro espíritu errante, como icono de la filosofía comunista pura y dura del fracaso de Podemos y sus afines.

El fantasma de las Navidades pasadas se muestra en las sedes del PP, recordándoles épocas de gloria cuando la medio honestidad política imperaba tras la transición, y el batacazo de la realidad actual, salpicado de mediocridad política de sus representantes y palmeros, los mismos que no quieren leer, ni en Santa Florentina, ni en San Esteban, ni en Génova, lo trasnochado de sus protagonistas y la huida forzada exigida para refrescar un partido menoscabado por la incompetencia, la inutilidad y la lacra de los actos punibles judiciales a los que se enfrentan en parmente noria de desatinos, están ahí por imperativo electoral, nada más.

El Fantasma de las Navidades Presentes marca la alegría de la ignorancia, está representada en un partido socialista que en Cartagena y en la Región ha sucumbido al caos y al fracaso, al postureo y el mensaje infantil, a la inmortalidad superficial de las redes sociales y los diarios subvencionados, pero, con un baúl vacío de objetivos tangibles y fiables, mientras, en Madrid intentan revitalizarse. Un partido que enfermo terminal, celebra la Navidad con irresponsable alegría, ajeno a su realidad más vital, su propio fracaso enmascarado de quimérica victoria y sus alianzas contradictorias para obtener una “miaja” de amparo comediante, la esperanza ingrávida y gentil de regir la ciudad. Dice el cuento que el espíritu les muestra a un niño y una niña harapientos y desnutridos, que representan la ignorancia y la miseria… Siempre habrá un vestido de princesa del pueblo y una carroza en una cabalgata para ahondar en la pedante vanidad.

El fantasma de las Navidades futuras, sin duda está en el entorno permanente del PP y de su Presidente en Murcia, elegido por designación directa del Virrey del caos, hoy en Bruselas viviendo de rentas pútridas. Se les aparece el espectro a los nuevos ricos políticos como Ciudadanos, cantamañanas de la política que amenazan, pero no consuman, patéticos, nunca una carambola ha dado tanto de sí en uno y otro tapiz para llenar de mediocridad la vida política local, regional y nacional, de hecho, el mismo fantasma, posiblemente furule por el partido cogobernante en Cartagena y ahora supremo, aparece en todas las estancias, en todos los saraos y en todos los ejercicios de prepotencia y soberbia, la misma que temo relaje las formas para no abandonar la poltrona, la misma arrogancia que vende humo y que ha demostrado que el amiguismo y el colegueo son síntomas de epidemia política, la misma insolencia con la que se han cargado lo que no les gustaba, sin criterio ni juicio cual chatarrero inculto. A este partido local que es MC, hay que recordarle que en el futuro el fantasma le presenta la expiración política y protagonista de su gestión, otra vez por incapacidad como pasara años atrás con el Partido Cantonal, a pesar de los palmeros, que no dejan de añadir gramemas que dudo existan. La inmortalidad hoy es tan superficial como virtual, en las redes se hace de forma banal, el que nada era, se llena de vanidad mediocre, pero no perdura, y borrar de la futura lapida política el epitafio es tarea difícil para el egolatrismo y la vanidad.

Aquí, allí y más allá. Podemos disfrazarnos, evadirnos y adornarnos de vocerío vacío, pero cada uno tenemos que convivir con nuestros fantasmas, “asinque”, que no os visiten muchos fantasmas, que no fantasmos. Feliz Navidad.

 

La democracia y el miserable populismo

Fernando Sabater sentenció que el populismo es la democracia de los ignorantes y no le faltaba razón. Presenciamos los ciclos políticos y sociales que, como un carrusel, tras la estabilidad política y social se produce el acomodo y el libertinaje institucional de nuestros representantes, la confianza les hace creerse dioses de plastilina y se banalizan las instituciones, unos se aprovechan, otros son aprovechados y entre unos y otros el fenómeno de la corrupción acampa a sus anchas, parece que nos anega y, además, no diferencia entre partidos y no destiñe, puede ser azul, rojo o morado.

 

Al quite están las alimañas frustradas populistas, los fracasados del “quiero y no puedo” con discurso ingrávido, con filosofías arcaicas y arruinadas, con discursos prostituidos por su propio protagonismo enfermizo. La historia nos ha dado muestras de populistas sin trapío, y el encerado actual nos da unos cuantos ejemplos relucientes. No hay edad, localidad, filosofía política ni moral, los hay con chistera y con coleta, con rastras y con corbata, con chándal y con boina, pero siempre el discurso es mediocre, demagógico y chabacano. Están de moda y, además, abaratados, quizás coincidiendo con las rebajas mundiales del “viernes negro”, estamos presenciando la barata institucionalización del más pueril y chabacano populismo en nuestro país, en ayuntamientos, diputaciones y en nuestras más altas instituciones, convirtiéndolas a veces en frívolos espacios cabareteros.

 

Sin ir más lejos, la animadversión a los políticos del PP hicieron que populistas de pancarta y fácil verborrea encandilaran las esperanzas expectantes del ciudadano en muchas localidades de España, como la nuestra, esto, sazonado con irreverentes pactos de gobierno que hacían de escaparate al chabacano populismo que se avecinaba, sustentado por un ansia de protagonismo chabacano amparado por hechos, actos teatrales permanentes más que institucionales, han convertido a ciudades significativas y milenarias en un circo mediático de culebrones, postureos, poses y carnaval permanente, con un elenco de actores dignos de una película de Segura o del malogrado y aptaría subvencionado Trueba, sin contingencia de la indisposición a revitalizarse por falta de clase, al fin y al cabo, hoy se vive de lo anterior, era malo, pero no lo han mejorado, lo han disfrazado y enmascarado, que ya da vergüenza. Hemos cambiado a vividores de la política por populistas de cuento de Dickens.

 

Producto de la estigmatización del abuso, aparecieron en justificadas asonadas como al del 15 M, figuras populistas que en su afán de protagonismo se instalaron en lo más miserable del ser humano, banalizan hasta la propia muerte en su beneficio y protagonismo, no tienen escrúpulos ni alma ni sentimientos, y rodeados de un coro de palmeros frustrados se aprovechan de la deficiencias económicas e intelectuales de la gente de bien, pero pobres de epítetos. Son los populismos nacidos de la propia democracia, los que se han beneficiado del sistema inmerecidamente, con beneficios y en profunda insolidaridad, la misma que ahora reclaman. Son los iglesias, erreejones, echeniques, monederos, y demás fauna parasitaria que borrachos de protagonismos y formados en el sistema que denuncian, apoyados por los medios de comunicación afines a la desestabilización institucional, hordas comunicativas con poder que los arropan, amparan y los usan en su beneficio en un juego de rol interesado y desvergonzado, encuentran en los populismos chabacanos, en las populismos bananeros y radicales su maná, su fuente de egolatría particular y de ingresos, claro, no dudan en prostituir la muerte y aprovecharse de ella si es preciso en fulgurantes manifestaciones populistas o en declaraciones miserablemente irrespetuosas para llamar la atención como aranera salvaguarda de su amoralidad.

 

La corrupción, no hay más corrupto que un ser decrepito que justifica la especulación económica de los suyos que por otro lado denuncian. No hay más corrupto que el traidor, el mentiroso enmascarado, el mercader de palabras en una nueva casta política. No hay más corrupto y miserable que negar el respetuoso duelo basado en infinidad de aciertos y éxitos y aplaudir a terroristas, delincuentes y asesinos de estado por tener nomina, moral, electoral y económica y chupar de ellos. No hay más corrupto que el tonto contractual que ocupa un escaño en beneficio del populismo y en contra de los intereses reales de sus votantes, 5 millones de votantes no pueden estar de acuerdo con la miseria del alma que abanderan, no me creo que sean tan miserables, los cercenados pensionistas, las mermadas amas de casa, entre otros votantes ocasionales, les pasó y parará factura, y los que asientan en tan estúpida empresa lo pagaran en los infiramos del anonimato, nada peor para ellos.

 

Que nadie olvide que ni en el bolcheviquismo, ni en sucédasenos republicanos españoles, nada han aportado estos populistas de pancarta, camiseta y chistera, como Fleming o Cajal. No alcanzáis profundas reflexiones como Ortega. No tenéis la imaginación de Machado, Carmen Conde o Beltrí, ni mucho menos la melancólica ternura de Lorca, cualquier alma con sotana y bata os da reales lecciones de solidaridad y sacrificio. Podéis refugiaros en Marx, Lenin, Trotsky o el mismo Chávez para recrear vuestros pobres seres inertes que vagabundean entre la oscuridad y la frustración, pero nada más.

 

Algunos no rezamos para preservarnos de los peligros, sino para alzarnos ante ellos y mirarlos cara a cara, incluso no pedimos la extinción del dolor, sino superarlo. algunos no imploramos la salvación, sino conquistarla, pero, sobre todo, citando a Tagore, no ser ingrato pues, solamente a la misericordia debemos los triunfos.

 

En los Miserables de Víctor Hugo, apareció alguien que enseñó a discernir entre el bien y el mal, aquí, no hay esperanza, la de siempre en esta comuna radical e interesada, destruirse.

 

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