En el candor de un color
En este paseo de plácida quietud,
donde los sueños se hacen realidad
- imposible percepción del alma-;
donde los murmullos se mezclan con tu voz,
y con el sabor de la ternura los siento;
una brisa me lleva a ninguna parte
dejando el presente prisionero del ahora.
Son mis manos, abrazadas por el viento,
las que sienten la belleza del instante;
las que llevan entre sus dedos,
-memoria de pasión-
tu nombre envuelto de emoción.
Mis pies de tanto vagar cansados ya,
los que abandonados a la suerte del camino,
van siguiendo la estela de un pasado,
en esta senda pintada de esperanzas.
Es mi alma, oquedad insondable,
– tantas veces cara oculta del lamento-
la que habla en su silente estar,
la que ilumina mis días
dejando, prueba intangible de su grandeza,
todas las respuestas escritas
en el candor de un color.
Errantes en el sentimiento
Una gota que se hace infinita
como infinito tu verbo,
tu cara y tu cuerpo;
como la caricia que se borró
en la sombra del recuerdo;
como la mirada perdida para siempre
entre los anhelos del horizonte.
Tus manos agitando el aire
cabriolas sin sentido
escribiendo la palabra amor,
en esta locura de silencio
que estalla en el umbral
de este yo desconocido.
Acunadas por el vaivén de los reflejos
y perdiéndose entre riberas,
van pasando desprovistas de rumbo las hojas;
mecidos por las nostalgias
se van perdiendo los “te quiero”,
y sólo un suspiro fugitivo de tristeza,
se hace errante –en voluntario sacrificio-
de tanto sentimiento.
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