Viernes, Marzo 29, 2024
   
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Procesiones en los pueblos

En los últimos años observamos una eclosión de la religiosidad popular en la comarca con numerosas procesiones de Semana Santa, que nos hace preguntarnos acerca de sus causas y razones. La religión vertebra procesos de identidades sociales y locales en los contextos actuales, así contemplamos como las mujeres han exigido el derecho a ser portapasos y las propias comunidades locales se esfuerzan en exhibir sus desfiles pasionales, a pesar de la existencia de una potente Cartagena procesionaria. Lo explican afirmando que prefieren ser actores protagonistas en su localidad, que meros espectadores en la ciudad. Frente a una globalización que impone el color gris uniformador, cada población trata de mostrar los propios colores de su singularidad cultural. Esta es la razón de numerosos festejos locales que celebran la propia historia y las señas de identidad, como puedan ser los Cartagineses y Romanos, Trinitarios y Berberiscos en Torre-Pacheco o la Fiesta de la Patata en La Puebla. Cada uno lo que tiene y lo que ha sido.

Pero también el hombre contemporáneo precisa de asideros espirituales para otorgar sentido a sus días, buscando proximidad a la divinidad para saberse protegido en medio de un mundo efímero y transitorio. Tras una religiosidad sin adornos y esencial, en los primeros momentos del Concilio Vaticano II, los feligreses han buscado nuevamente la teatralidad y el barroquismo en las calles. Somos mediterráneos y nuestra espiritualidad festiva y expresiva es distinta de la religiosidad austera de los pueblos del centro y norte de Europa.

Merece la pena que demos un paseo por el Campo de Cartagena para registrar este patrimonio cultural. La Puebla, con algo más de mil habitantes, es una de las poblaciones pioneras en celebrar con procesiones la Semana Santa, con permiso de Cabo de Palos. En 1997 se constituye la cofradía del Santísimo Cristo de la Agonía, con la imagen de Cristo crucificado. Salen a la calle por primera vez el Jueves Santo de dicho año. Al año siguiente se crea la agrupación de la Santísima Virgen de la Soledad, que se suma a la anterior para completar la procesión del Silencio. En 1999 se crea la agrupación infantil para la procesión de “las Palmas”, Domingo de Ramos, como cantera para años sucesivos. La imagen de Jesús entre olivos y romero es de estilo cartagenero, cedida por la agrupación de San Juan Evangelista de la Cofradía California. Los jóvenes que participan en la procesión visten el traje hebreo. La novedad vendrá en el año 2001 con la celebración del encuentro en la noche del Jueves Santo, entre el Cristo de la Agonía y la Virgen de la Soledad. El estilo de desfilar es claramente de influencia cartagenera por su sentido del orden y la vestimenta de sus capirotes. El año pasado abrieron este desfile, que suma 150 penitentes, la agrupación de soldados romanos de la Cofradía California.

Más tradicional es la procesión marinera de Cabo de Palos, que sale a la calle el Jueves Santo con todo su simbolismo pescador y la imagen del Cristo de los Pescadores.

La Aljorra celebra tres días. El Domingo de Ramos y el Miércoles Santo con su Virgen de los Dolores, San Juan y Jesús Nazareno-Cristo de la Salud, una talla del año 2000 realizada por Gregorio Henarejos, de Los Alcázares. Finalizan las procesiones aljorreñas el Viernes Santo con el Jesús Nazareno-Cristo de la Salud, San Juan y la Virgen de los Dolores.

El Albujón sale a la calle el Domingo de Ramos y el Jueves Santo con el Cristo del Perdón y la Virgen de Los Dolores.

El Algar desfila el Jueves Santo con su procesión del Silencio, desde 1970, con los tronos que portan al Jesús Nazareno, Cristo Crucificado y Virgen de la Caridad.

Los Belones celebra el Viernes Santo con el Cristo de la Sangre, San Juan y la Virgen de los Dolores, cuyas imágenes protagonizan el encuentro.

La Palma cuenta con dos procesiones. Martes Santo con el encuentro de una Dolorosa, obra del escultor José Sánchez Lozano, de estilo salzillesco y el Cristo Crucificado. Y a las cuatro de la madrugada, ya Sábado Santo, la original procesión de las Ánimas, que sale del templo parroquial con un Cristo yacente en ataúd de cristal, hasta la cruz central del cementerio. Se reza allí un fragmento del Oficio de Tinieblas, que se concluye a la recogida de la procesión en el interior del templo parroquial.

Se rememora el descenso en su muerte de Cristo a los infiernos para rescatar almas del purgatorio y la existencia en la parroquia palmesana de una Cofradía de Ánimas, desde el año 1703 hasta 1854.

Por la información que disponemos en los archivos parroquiales celebraban procesiones, pero no disponemos más datos de las mismas. Los hermanos integrantes de esta asociación animera acompañaban con hachotes y estandarte los entierros de otros cofrades, y en Navidad organizaban la cuadrilla de músicos aguilanderos para recaudar fondos destinados a obras de caridad, pagar entierros a los pobres de solemnidad y a los miembros de la Hermandad.

 

No podemos olvidar que existen otras localidades pertenecientes a los términos municipales de Torre-Pacheco, Fuente-Álamo, La Unión o San Pedro del Pinatar, que cuentan con sus procesiones. Una Semana Santa muy descentralizada.

 

 

 

Significado de la imaginería de Semana Santa

Cada año, en nuestras procesiones de Semana Santa, vemos a multitud de personas devotas acompañando a nuestras vírgenes, sobre todo, desde el Viernes de Dolores al Domingo de Resurrección. Pero como no hay regla sin excepción, el Lunes Santo el pueblo de Cartagena en forma de marea humana acompaña a la Virgen de La Piedad.

Durante el año en las capillas de nuestros templos donde los mayordomos capilleros, unos verdaderos artistas de la decoración y el buen gusto cuidan con ese mimo tan propio de ellos que todo este a punto, y más cuando es la fecha onomástica del santo o la Virgen, aunque sólo sea rezarle un padrenuestro y una Salve si es en un día de trabajo eso es una costumbre muy buena.

En el lugar de nuestro culto las imágenes sagradas juegan un papel muy importante, púes nos ayudan a penetrar en el misterio cristiano. Arrancando desde lo más profundo de nuestro ser los sentimientos y respuestas de fe. La iglesia en la actualidad no se identifica con un estilo concreto, aceptando las diversas formas de arte. En las diferentes épocas la Iglesia ha hecho suyas la técnica, el estilo e inclusive la forma de concebir los artistas el arte en sus diferentes corrientes, llegando en algunos casos, a ser vanguardia artística dentro de la evolución del lenguaje de las formas tanto en escultura como en pintura.

De lo que se desprende que no ha existido nunca un arte sagrado, sino que existen obras que están de acuerdo con la fe estando consideradas aptas para el culto litúrgico. Lo que en la actualidad denominamos arte sacro es sencillamente el arte al servicio de la liturgia. A lo largo de la historia ha existido una constante lucha entre el culto y odio a las imágenes. Ya en el Antiguo Testamento se dice: ”No habrá ídolos y figuras de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua bajo tierra; no te postrarás ante ellos“. Israel un pueblo oriental rodeado de diversos tipos de culturas el debido honor y veneración y con culto a dioses con imagen lo que da pie a que la tendencia idolatra fuera muy real. De ahí que la prohibición de las imágenes para ellos encierre un profundo sentido de defensa a ultranza en contra al culto de los ídolos y de respeto ante la trascendencia de Dios. En la Alta Edad Media aparece el movimiento iconoclasta, que desgarró a media Europa, entre los defensores de las imágenes sagradas y los de este movimiento.

Al final triunfaron los partidarios de las imágenes, pues el II Concilio de Nicea del año 787 defendió su legitimidad.” El honor de la imagen se dirige al original” se establecen los términos de latría dulía e hiperdulía. En el año 869 en el Concilio de Constantinopla se vuelve a justificar las imágenes en el culto cristiano, pues se las consideró como 'La Biblia de los pobres', teniendo en cuenta la proporción de iletrados que existían. Un ejemplo claro se nos muestra en un mosaico en San vital de Ravena en el que aparece el Emperador Justiniano y su sequito con unas proporciones un tanto irreales.

En el siglo XVI la Reforma Protestante mostró su rechazo absoluto a toda imagen de culto. La explicación vendría del abuso popular en línea con cierta idolatría de las imágenes sagradas en la Baja Edad Media, de tal manera que Lutero, Calvino y Zwringlio dieron cierta primacía a la Palabra Proclamada y Oída evitando cierta mediación incluidas las imágenes. Pero la respuesta no se hizo esperar con el Concilio de Trento de 1545 a 1563, donde entre otras cosas se dijeron “que deben conservarse las imágenes de Cristo la Virgen y los Santos y tributárseles y veneración no porque se cree que hay en ellas alguna divinidad o virtud”.

A partir de aquel momento, la iglesia optó por la presencia de las imágenes sagradas en sus lugares de culto. Frente al judaísmo que concedía la primacía a la palabra, sin embargo el cristianismo optó por el camino abierto por los griegos, privilegiando el lenguaje de las imágenes tratando de sintetizar la Palabra con la imagen visual todo emanando de Jesús. De ahí que la Iglesia tomo el arte como un lenguaje valido para el culto. Las obras de arte serán y son expresión de la fe cristiana y como una proclamación catequística de la historia de la Salvación.

 

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