Regaló el día su última palabra

mientras buscaba su horizonte

como hizo ayer y como hará mañana

en otra fascinante ofrenda;

dejando la miel pegada

entre los labios de la razón;

abriendo y cerrando heridas,

llevando mortajas sin dueño

dormidas entre sus horas;

sueños que no se cumplieron

y que no se olvidaron;

plegarias perdidas en cielos sin dios,

y besos que de no poder darlos

abandonaron para siempre su sabor.

Palabras por decir… por oír,

que no tuvieron

en ese mar de estruendo y confusión,

tan siquiera un segundo para vivir;

que quedaron ahogadas, sin fuerzas,

heridas por tanto miedo

y muertas por la pena que deja el silencio.

Otro día que despunta

vestido con el color de la vida;

que se entrega como virgen sumisa

para que nazca de él otro tu;

para que entre sus horas

que son pocas para el que ama

y muchas para el que odia,

se oigan las palabras que ahora pienso.

© Jpellicer