El joven cuyo turismo fue arrollado por una máquina de Feve en El Estrecho (Cartagena), ocasionando el fallecimiento de su novia, asegura que no escuchó silbato alguno, mientras que el maquinista afirma que lo hizo sonar durante bastantes segundos. Sendos testigos avalan lo que expusieron ayer, ante el juez de Lo Penal número 3 de Cartagena, cada uno de ellos. Otro debate se centró en si el semáforo llegó a ponerse en rojo o no. El juicio, por el que le piden cuatro años de prisión al conductor, quedó visto para sentencia.

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Mario y su novia se despertaron tarde, sobre las doce, en la mañana del 28 de septiembre de 2009. Se fueron a desayunar a Los Belones, como antesala de un paseo en pareja por el campo... que nunca llegó a producirse al sobrevenir una tragedia. El vehículo en el que viajaban fue arrollado por la máquina de Feve al cruzar la vía, a la altura de El Estrecho. La chica falleció.

Esa tragedia generó muchas historias, una de ellas, la judicial. Ayer, ante el juez Fernando de la Fuente Honrubia, llegó el capítulo judicial, en el que Mario se enfrenta a cuatro años de cárcel al estar acusado del delito de Homicidio por imprudencia. La pena está solicitada por la fiscal, pues la acusación particular se ha retirado de la causa tras recibir una indemnización algo superior a cien mil euros. Sí sigue la aseguradora, representada por el abogado Julio Frigad, ante la posibilidad de que la compañía actúe en su momento contra el acusado reclamando ese dinero. La defensa de Mario la lleva el letrado Matías Lafuente, quien pide la absolución al estimar que su cliente no tuvo responsabilidad en el accidente.

Declaración de Mario
"No recuerdo todo lo que sucedió, sólo tengo flases. Uno es una pared blanca a mi derecha (supongo que sería la máquina el tren) y otro ver el cuerpo de mi novia. No recuperé algo de los recuerdos hasta varios días después", expuso. Asegura que conocía la zona y que siempre reducía al pasar por allí, "algo tuvo que ocurrir para que yo no percibiera nada de peligro". También afirmó que es abstemio y que no consume nada de alcohol.

El maquinista
El hombre que llevaba la máquina, con experiencia en esa profesión desde 1983,  aseguró en la sala que, cuando quedaban unos 300 ó 400 metros "comencé a sonar el silbato, pues vi como un coche se acercaba por mi izquierda" y también aseguró que, de no haber estado rojo el semáforo para los vehículos, "hubiera visto la señala de una aspa roja en la vía y se hubiese activado el sistema de frenado". También dijo que la máquina iba a 73 km/h cuando el límite era de 80.

Los testigos
Un compañero del maquinista, quien iba en el vagón de pasajeros, afirmó que el silbato "sonó más de la cuenta, al menos entre quince y veinte segundos" y que el tren aminoró de forma brusca la marcha. Después explicó que, tras la fuerte colisión que desplazó el turismo un centenar de metros, atendió al conductor "quitándole los cristalitos de los ojos y evitando que se durmiera hasta que llegaban las asistencias sanitarias". También declararon agentes de la Guardia Civil, que centran en el conductor del turismo la responsabilidad del accidente.

Por su parte, un vecino de la zona, que tiene un almacén de aperos próximo a la vía, declaró que ese día no escuchó el silbato ni la señal acústica del silbato. También dijeron otros dos testigos de la defensa que ese día se registraron varios cortes de suministro eléctrico en la zona, que pudieron alterar el funcionamiento del semáforo.

La 'caja negra' no estaba
Por su parte, el perito Pablo José Andreu, desveló que la máquina de Feve no llevaba la tarjeta de registro de su actividad, pues estaba en reparación, lo que evita conocer su actividad pues es como una 'caja negra' en los aviones.

La causa quedó vista para sentencia.