El trago de perder la vivienda es realmente dramático. www.cartagenadeley.com ha tenido la ocasión de asistir a la celebración de varias subastas, que son actos públicos, y observar el desánimo y la impotencia de un desempleado que no podía acometer el pago mensual de 522,25 euros de la hipoteca.

El juzgado de Primera Instancia número 1 es el único en Cartagena que celebra las subastas en la sala de vistas, bajo la dirección del secretario, Miguel Ángel Soler, acompañado por la tramitadora judicial María Asunción Mozas.

En primer lugar, el secretario plantea la situación al propietario. "Usted tiene una deuda 127.000 euros con el banco por el préstamo hipotecario y tiene pendiente de pago 3.300 euros de cuotas desde mayo de 2009, cifra que se le reclama junto a los intereses y costas (unos seis mil euros en total). Ante esta situación, sólo puede evitar la subasta consignando la cantidad o llegando a un acuerdo con el banco".

"Pero si no tengo dinero..."
El propietario expone que lleva un año sin trabajar y que no puede pagar esa cantidad mensual de 522,25 euros. El secretario le informa que si paga las cuotas pendientes el proceso quedará paralizado y el hombre le responde: "Pero si no tengo dinero...". A continuación, en un intento desesperado por mantener su casa, dice que solicitará un abogado de oficio. El secretario le indica que está en su pleno derecho y le informa de que debe solicitarlo en el Colegio de Abogados, pero también que debe aplicar la Ley porque es su obligación.

El propietario tiene 20 días para pagar, que es el tiempo que la parte actora (el banco) fija para decidir si, caso de no pagarse esas cuotas pendientes, se quedará con la casa por todo el valor de la deuda o sólo por la mitad de la tasación (140.000 euros), con lo que en ese supuesto sólo se descontarían 70.000 euros de la deuda total y el propietario seguiría debiendo dinero al banco. La entidad bancaria también se queda con la cesión de remate, que le permite decidir si se queda con la propiedad o se la cede a otro.

En muchas ocasiones los propietarios, en situaciones como la relatada, optan por no acudir a la subasta para evitar ese 'trago' tan duro como amargo que supone perder la casa.