“En los alegatos hay que hacer una pausa para captar la atención del juez; hay que callarse antes de decir lo más importante”. Es uno de los recursos que Julio García Ramírez ha transmitido esta mañana a los participantes en el curso práctico de oratoria judicial que se desarrolla en Cartagena y que plantea y aconseja en un terreno fundamental para el trabajo del abogado, como es la comunicación con otros agentes juridicos.

Durante la jornada de hoy se está llevando a cabo, en el salón de sctos del Colegio de Abogados de Cartagena, el 'Curso Práctico de Técnicas de Oratoria para el proceso civil, penal, laboral y ante el Tribunal Jurado, que organiza la Asociación de Jóvenes Letrados, bajo la dirección y coordinación de Julio García Ramírez.

Alrededor de 35 personas son las que, finalmente, se han apuntado al curso y están recibiendo una lección magistral sobre técnicas y métodos para enfrentarse a un juicio, a un Juez y a todos los presentes en la una sala de vistas donde, los nervios y una falta de saber ‘manejar’ la oratoria, pueden jugar una mala pasada al abogado.

Se trata de un curso intensivo y totalmente práctico, donde lo esencial es aprender que se puede convencer haciendo un buen uso de lo que se dice y de cómo se dice. Los alumnos han realizado ‘juegos’ prácticos, tras las indicaciones del profesor. Algunos han salido al estrado y otros lo han hecho desde sus asientos.

“En un alegato hay lobos y también hay caperucitas”.

Uno de los ejercicios que se han realizado ha sido el relato de un fragmento de ‘Caperucita Roja’. Con esta práctica los alumnos han aprendido a enfatizar cuando se quiere destacar algo y a realizar las pausas correctas antes de hacerlo. Julio García, ha destacado este ejercicio porque “en los alegatos hay que hacer una pausa para captar la atención del juez; hay que callarse antes de decir lo más importante”.

La velocidad es otra de las asignaturas del curso. La velocidad es fundamental en el alegato. “Si se quiere destacar algo, hay que hablar más despacio, si no, se hace más deprisa. Lo importante es lo que la gente entiende”.

También ha escenificado las posturas que nunca debe tener un abogado en una sala. Entre risas de los alumnos, ‘el jaboncito’, ‘el anillo’, ‘el escondite’ o ‘el repanchigao`’, han sido calificadas como las posturas prohibidas, destacando el profesor la postura de ‘el lince ibérico’, como la mejor y la que debe adoptar el abogado en la sala.
Julio García ha destacado que “la principal ventaja que le damos al compañero, sin utilizar la palabra, es la posición”. En una sala no debe haber contemplaciones y la ventaja que tienen los abogados que dominen esta técnica es que pueden ‘ganar puntos’ frente a su compañero.

“La semejanza atrae la simpatía”
Cuando la otra persona, en este contexto, el juez durante un juicio, siente cercanía o similitud con la persona que se encuentra hablando, sentirá más inclinación que si es lo contrario, ya que “lo contrario genera cierto rechazo”, añade Julio.

Durante un juicio, ¿a quién se mira? El abogado debe mirar y dirigirse siempre al juez. “El abogado debe hacer el efecto girasol. Se tiene que dirigir a la persona con la que está hablando”, apunta. “Eso sí, cuando el compañero habla, hay que mirarle directamente, para evitar que éste mire al juez y así no se comunique con él”, decía entre bromas.

Así, de una forma natural, sencilla y sobre todo muy amena se está desarrollando este curso que, sin duda alguna, servirá de ayuda para todos los profesionales del mundo de la abogacía, para los que empiezan y los que ya están, porque siempre hay cosas por aprender... Y juicios que ganar.