Domingo, Julio 07, 2024
   
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"Pilatos pretendía cerrar el juicio a Jesús con la flagelación"

El decano de los jueces del Partido Judicial de Cartagena, Jacinto Aresté Sancho, ofreció una amena charla de una hora en su conferencia 'El beso de Judas; inicio de un proceso penal a Jesús - Paralelismos con un proceso penal actual', que ofreció en el salón de actos del Colegio de Abogados dentro del programa del 75 aniversario de la fundación de la agrupación california del Ósculo.


Es evidente que el concepto de justicia y el procedimiento de su aplicación ha variado una enormidad cuando se comparan causas a las que separan dos milenios, pero no por ello deja de existir algún que otro paralelismo entre ambos. Ante un aforo que aglutinó a cofrades y jurídicos, el acto contó con la presencia en la mesa principal del decano del Colegio de Abogados, José Muelas; el primer mayordomo de la Cofradía California, Jesús Guillén; el juez militar y cofrade Rafael Ruiz Manteca; y el presidente y el vicepresidente de la agrupación del Ósculo, respectivamente, Ramón Ros y Juan Antonio Miñarro, además del conferenciante, quien expuso el juicio ante la autoridad judía y el posterior ante la autoridad romana.

Lo primero que situó el magistrado a la sala es en el inicio del proceso judicial a Jesucristo. "Comienza cuando se emite y publica una orden de busca y captura, siendo esencial la colaboración de Judas para lograr, tras el fracaso de varios intentos, lo que se pretendía, es decir, una detención discreta". Respecto al proceso, Aresté expuso que los trámites que conduce a la ejecución de Jesucrito "se desenvolvieron en dos fases; una primera ante las autoridades judías, es decir ante el Sanedrín, y la segunda ante el representante romano", detallando a continuación la composición del Sanedrín, "en el que predominaban los sacerdotes saduceos, aunque contaba con una representación de escribas fariseos y de laicos, entre quienes se encontraban Nicodemo y José de Arimatea, dos discípulos de Jesús" y rechazando las críticas que tradicional se hacen a la actuación del sanedrín, como violación de plazos o actuación nocturna, entre otros, explicando que esas críticas se apoyan "en un código normativo hebreo muy posterior, la Misná, de influencia farisea, cuando en la época de Jesús se aplicaba la normativa saducea, menos garantista".

Continuamos conociendo más detalles de aquella aplicación de la justicia y sus protagonistas. "Poncio Pilatos era un militar cuya misión consistía en mantener el orden en la provincia romana de Judea, donde habían tenido lugar diversos levantamientos sociales, y que tenía la facultad de juzgar sin estar sometido a muchas formalidades, ni por las penas ni por el derecho a defensa. Sí contaba con un consejo de asesores", explicó Aresté sobre el 'juez' de aquel proceso desarrollado bajo el derecho romano, "pero teniendo en cuenta que no es lo mismo en Roma que en sus provincias, que vendrían a ser como el oeste americano", matizó. En este punto hay que aclarar que Jesús tuvo dos juicios, uno judío, "muy arcaico y del que poco se conoce", y el romano, en este caso, 'de provincias'.

Los tres cargos que se le imputaron inicialmente a Jesús de Nazaret es la siguiente cuestión que aclara Jacinto Aresté. "El primero era amotinar a la gente; el segundo, que prohibía pagar impuestos; y el tercero, la blasfemia, porque decía ser el mesías o rey. Poncio Pilatos no le dio importancia a los dos primeros y se quedó con el tercero, en base a las informaciones que tenía sobre la entrada de Jesús en Jerusalén y algunas afirmaciones que se le atribuían", aclarando que ese cargo se concreta en la 'pretensión de ser rey' en el paso del procedimiento judío al romano.

El siguiente tramo sería la fase de instrucción y las primeras conclusiones a los indicios y pruebas recabadas. "Parece claro que Pilatos pronto se convenció de que Jesús no era rey, en el concepto como tal que pensaba al principio, y quiso darle una salida al tema, por lo que se lo envió  Herodes. Esta actuación fue enigmática. ¿Por qué lo hizo?, ¿era un tema de jurisdicción y le consideraba un súbdito suyo?, ¿no se veía competente para juzgar?… No se sabe, siendo curioso que ambos, a raíz de ese episodio, es cuando ambos se hacen amigos".

Herodes devuelve a Pilatos al acusado, "lo que no interpretó el prefecto como rechazo, sino como inocencia". En este momento dedicó Aresté un apartado a un posible indulto que podría haberse planteado aquel juez romano, "pues las medidas de gracia existían en aquella Roma, como hay constancia, incluso antes de emitir una sentencia, a diferencia de la actualidad, donde el indulto sólo se puede aplicar tras el fallo judicial. No hace muchos años era diferente, como recordarán algunos en el caso Matesa, que se cerró con indultos antes de la sentencia".

Regresamos al proceso judicial hacia Jesús de Nazareth. Pilatos no contempló el perdón y le condena con la flagelación. "Según San Lucas y San Juan, la flagelación era un castigo independiente con el que Poncio Pilatos pretendía dar por cerrado el procedimiento, pero entonces comete otra irregularidad al echarse para atrás e imponer otro castigo", lo que en este caso no cree que fuera como una respuesta oficial de Roma al cristianismo, "pienso que no, pues aún faltarían muchos años para que fuese una gran preocupación para los romanos".

Lo que sí está claro es que fue "una sentencia injusta, pues que un señor dictamine una sentencia de manera contraria a lo que piensa es una sentencia injusta, se podrá tener comprensión con él , pero es injusta".

¿Existió una sentencia escrita?, es una cuestión que a continuación trata de resolver el decano de los jueces locales. "No la tenemos, pues no ha llegado a nuestros días aunque en la Edad Media hubo personas con mucha imaginación que la trataron de crear. Los evangelios reflejan que Jesús estuvo en el tribunal, por lo que la sentencia pudo ser oral y que luego se pasase a escrito". Remarcó las pruebas practicadas en el juicio –testigos y confesión forzada- y la polémica que existe sobre si realmente se pronunció y sobre si el Sanedrín podía ejecutar penas de muerte.

Sí han llegado a nuestros días otras sentencias de aquella época "con enorme parecido" y que sirven para situar y mejorar el entendimiento de aquel proceso judicial. "En el año 62 fue detenido un hombre que hacía profecías tremendistas y fue acusado de blasfemia, siendo condenado a la flagelación, tras lo cual fue puesto en libertad porel precepto". Y aunque el asunto de Jesús presenta diversas irregularidades, no por ello hay que dejar de reconocer los valores del derecho romano, que si se plasmaron en otros procedimientos. "El proceso contra San Pablo tuvo todas las garantías, salvo las dilaciones indebidas (tiempo de retraso en un proceso por motivos ajenos al inculpado). El apóstol estuvo protegido por un número considerable de fuerzas y se le aplicó el derecho romano puro. Así, en el proceso aparece un abogado… pero contratado para apoyar a la acusación ante el procurador. Sin embargo, San Pablo era de escuela de escribas y dominaba el derecho hebreo y romano, por lo que él mismo ejerció su defensa".

Tras recordar que la justicia gratuita para las personas con escasos recursos no se aplicó hasta tiempos del emperador romano Constantino, afirmó Aresté que Jesús "no tuvo abogado en su juicio, pues aunque es cierto que Nicodemo, miembro del Sanedrín, se posicionó a su favor, lo hizo en los preliminares".

Por último, el juez decano concluye afirmando que Jesús "tuvo un proceso con imperfecciones, pero no existieron irregularidades en el procedimiento. Existió predisposición a condenarlo tanto en el juicio hebreo como pro parte de Poncio Pilatos, quien resolvió en contra de su convicción. Y tercero, por fortuna, la humanidad ha evolucionado a mejor y en esa transformación cabe pensar que intervino Jesús de Nazaret".

Tras recibir una larga ovación, el presidente de Ósculo, Ramón Ros, elogió la conferencia, diciendo para concluir, en tono coloquial, que si aquel juicio hubiese tenido como juez a Jacinto Aresté, "no tendríamos Semana Santa".

 

 

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