Causa vergüenza  el leer y escribir sobre el manoseado tema de la ‘igualdad de género’ y la ‘conciliación de la vida familiar y laboral’ cuando comprobamos que son derechos no respetados ni solucionados en nuestro país a pesar de la gran trascendencia de kis mismos.

A nada conduce el seguir debatiendo tan incomprensible injusticia en cientos de congresos, coloquios, foros, etc. que continúan celebrándose, cuyo único resultado es una lamentable pérdida de tiempo y dinero sino sirven para zanjar, de una vez por todas las execrables e injustificadas diferencias por razón de sexo. Es como una tomadura de pelo institucionalizada que cíclicamente se repite pero con nulos resultados.

Recurrir año tras años a los típicos tópicos como ‘el camino que queda por recorrer…’, ‘lo mucho que se ha progresado…’, es como una indignidad más con la que se mortifica al sexo femenino en el tan cacareado Día Internacional de la Mujer.

Que a estas alturas todavía se cite como noticia extraordinaria el acceso de una mujer a un puesto de cierta relevancia, es otro burdo insulto que se repite en el mundo de la política y las grandes empresas, por parte de ciertos energúmenos. Llamarle residuales a este tipo de conductas que todavía imperan en España es de una frivolidad insufrible, por no citar otros aspectos más inauditos todavía como constituye el balance de víctimas por violencia que no ha bajado de 50 asesinatos al año cometidos en el último  trienio, y algunos de ellos con crueldad  salvaje.

Circunscribiéndonos a los problemas existentes en eso que eufemísticamente llamamos la Europa civilizada, nada que ver con lo que ocurre en otras partes del mundo donde a las mujeres se les niega la consideración de personas o bien catalogándolas de naturaleza inferior, sigue imperando, por ejemplo, la marginación salarial o la negativa a incluirlas  en cargos directivos, consejos de administración, etc. que de por sí ya rompe todos los principios de equidad.

Mientras sigan existiendo las alienantes cuotas persistirá la discriminación, algo impuesto por los hombres, pero sin que nadie se atreva a razonarlo ni justificar en base a que se procede de tal forma. Los ascensos deben producirse en base a criterios estrictamente profesionales y calificación de méritos. Copiemos e impongamos por ley de una maldita vez, los modelos de comportamiento existentes en los tres estados más avanzados, que son los que auténticamente representan el nivel de bienestar y desarrollo muy superior con relación a los restantes.

A partir de esta premisa continuemos legislando hasta la desaparición total del más mínimo resquicio diferencial entre hombres y mujeres. Todo lo demás será continuar alimentando comportamientos cínicos, torpes, incomprensibles y caducos.

Definitivamente no. El Partido Socialista de la Región de Murcia no son las ‘vacas sagradas’ de siempre que ‘mueven’ el partido y que han apoyado a Rafael González Tovar a cambio de ‘promesas’ de muy difícil cumplimiento. El PSRM somos sus miles de militantes que, de manera callada y sin protagonismo, alejados de la ‘fontanería’ del poder orgánico,

estamos en la calle, en las asociaciones, ayudando en el barrio, colaborando con los vecinos. Rafael González Tovar no tiene el PSRM detrás de él. Va a ir a unas trascendentes elecciones locales y autonómicas con apenas el 55% de los afiliados. Desde el congreso 2012, en que salió elegido secretario general, no ha sabido integrar y unir el partido. No olvidemos que, tan solo por 5 votos, venció al alcalde de Beniel, Roberto García.

Es más, tras ganar en 2014 las primarias regionales, ha continuado despreciando al 43% de los militantes del PSRM que depositamos nuestra confianza en Roberto. Y ganó, como ganó... con unos discutidos y denunciados censos en Cartagena, no lo olvidemos. Si Rafael González Tovar quiere tener el 100% del partido detrás de él trabajando por el cambio en esta Región, si en verdad ese es su deseo, no puede seguir negando la realidad: el 43% del PSRM no le votamos a él; votamos al candidato más joven, votamos renovación. Confiamos en la capacidad y liderazgo, en la experiencia y su brillante «hoja de servicios» como alcalde socialista. Nosotros no podemos ni queremos sentirnos ajenos, excluidos de este proceso.

A Rafael González Tovar sólo le preocupa unir ‘lo de fuera’, convencer a otros partidos para que le apoyen para presidir la CARM, un barco que resultará muy complicado de gobernar por lo heterogéneo de su tripulación. Busca un pacto interesado, un pacto «off line» despreocupándose de su casa, la de todos los socialistas de la Región de Murcia, donde tiene un ‘expediente de derribo’.

Rafael González Tovar y Roberto García deben unir al partido y conformar juntos la respuesta al PP en la Asamblea Regional, tal y como ocurrió con la representación del PSRM que asistió a la Conferencia Política del PSOE. Ese es el auténtico ejemplo de liderazgo y coherencia política para ganar unas elecciones.

Prescindir de esta fórmula sería un grave error que profundizaría «la brecha» conduciendo a que miles de militantes nos sintiéramos castigados e ignorados por nuestro secretario general. No se nos puede pedir que trabajemos bajo la bandera de la unidad pensando en el 24 de mayo, cuando desde la dirección del partido nos excluyen y tienen ‘aparcados’ los auténticos valores, la esencia del socialismo democrático que representa el PSOE: la participación.

Decía el activista italiano Giuseppe Mazzini, gran amigo del insigne cartagenero Fernando Garrido: “No deis importancia al número, sino a la unidad de las fuerzas”.

@jcarlos_ortega