Con los ojos de la hermandad ©
(Desde el respeto, en el inicio de la celebración del Ramadán para los lectores de Nurain Magazine)
Dicen que abren el día con cada amanecer,
y dicen que en él, en voluntaria ofrenda,
entregan y se entregan a una verdad
que también los hace libres y grandes;
dicen que son felices amando y compartiendo,
-también en el dolor- sintiéndose hijos de la divina renuncia;
dicen que miran y escuchan con las manos abiertas
como aguantando el cielo y abriendo los campos,
de rodillas como quién no puede con el peso de tanta soledad;
que hablan con el corazón cambiando lo fútil de sus pasos
por toda la grandeza que saben les espera.
Dicen que sus plegarias se marchan tras cada ocaso
dejando la grandeza como respuesta al sacrificio;
dicen que la alegría sale por los ojos y las manos,
y que pegadas al corazón, se abren y se buscan
inventando el nuevo abrazo en este –otro- nuevo mundo.
Dicen que sus cánticos son versos de paz,
perdidos entre estrofas que ningún poeta supo escribir;
y dicen que la vida y la muerte se mezclan
confundiendo los momentos,
llevando la vida donde vive la muerte,
dejando la muerte donde se desprecia la vida.
Me piden que escriba un poema
que hable de lo que veo;
que mis versos sean caricia en este día,
me piden que con ellos comparta su dicha,
y con ellos sienta la paz vestida quizá con otra cara.
Aquí os dejo mis versos - oración de poeta-
desde el respeto y la esperanza,
que nacieron de una verdad, de esa tan grande
que veo con los ojos de la hermandad.
©jpellicer
Pasos que la emoción va dejando©
Llego persiguiendo las huellas
del que soñó antes que yo;
del que hizo bandera del amor,
de aquél que inventó otra forma
de decir “te quiero” sin temor a perderlo.
De la caricia de la soledad
me dejo llevar al compás de los sones
que van marcando los anhelos;
sintiendo que voy sintiendo
una mano dibujada en lontananza
se despide dejando estelas imposibles,
rotas en la amargura del desencanto.
Ni una palabra que acompañe a un recuerdo,
ni un gesto por faz del hálito de la amargura,
solo un presente huérfano de ayer
y prisionero de un mañana que aún sin llegar
parece haber consumido ya su atardecer.
Llego persiguiendo las huellas
que va dejando la música de la vida,
una nota perdida en este pentagrama
de melodías imaginadas,
de sonidos que se confunden con los pasos
que a mi paso, esta emoción va dejando.
©jpellicer2012
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