Escrito por Agencia AYC
Los hechos se remontan a la víspera de Nochebuena de 2007. El acusado y tres amigos, después de compartir un almuerzo, se dirigieron a la plaza de la Iglesia de Los Barreros, donde encontraron a otro joven. La víctima se dirigió a él diciéndole "¡Tortugo!" varias veces y surgió una pelea, según el relato de los amigos del barrio que han testificado esta mañana. La víctima cayó al suelo y después se levantó y se dio la vuelta. "Entonces sacó la navaja, se la clavó en el costado y después fue al cuello, pero le dio en la oreja. A continuación los separamos y uno le dio un puntapié en la mano para que soltase la navaja", explicaron. "Lo único que hice fue defenderme de una pelea que surgió porque a Julián le dio por ahí", explicó la víctima.
Los médicos explicaron que la vida de este joven "corrió peligro". Tuvo que ser operado de urgencias y estuvo 27 días hospitalizado. "Hasta hace poco no he podido recuperar mi vida normal", apuntó.
El agresor se quedó en la zona dando vueltas y cuando llegó la patrulla Z-41 de la Policía Nacional se dirigió a ellos para decirle que había acuchillado a una persona y que le detuvieran.
La fiscal, en sus conclusiones, contempla la atenuante de confesión pero rechaza las de consumo de drogas y estado de embriaguez. "No se sabe la cantidad que ingirió de alcohol y no creemos que la droga que consumiese influyese en su acción. Fue él quien inició la pelea y sabía que podía ocasionar la muerte del otro joven aunque no quisiese, por lo que hubo ánimo homicida".
La acusación particular, que llevó Juan León, no aceptó atenuante alguna, "porque fueron dos golpes con fines mortales cuando la víctima se retiraba; deseaba acabar con su vida". Respecto a la confesión dijo que lo que hizo fue "ofrecer la versión que le interesaba".
La defensa reconoció que existió una tentativa de homicidio, "aunque duela reconocerlo", expuso Antonio Sánchez Aliaga, pero apuntó que debe eliminarse la acusación de uso de arma prohibida "porque no ha aparecido la navaja y no se saben sus dimensiones" y pidió que se aplicasen las atenuantes de adicción a la droga ("consume desde los doce años"), embriaguez ("bebió vino, cerveza y orujo") y la de confesión ("informó a la policía antes de que estos supiesen qué pasaba").
Lo que sí rechazaron las dos funciionarias del Instituto de Medicina Legal es que existiese alguna prueba de trastorno mental por parte del acusado. El juicio quedó visto para sentencia.